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"Carotte qui ne sait pas encore ce qui l'attend ne souffre pas". |
Previously on Hortraveling
"Las zanahorias también sufren de nuestra falta de confianza en su poder de germinación, ya que han crecido esta vez, y bien: salieron muchas plantitas de cada agujero donde tiramos semillas, hasta el punto que no se dejan sitio y se pisotean con una angustia, más que tangible: palpable. Nos toca ahora seleccionar la más fuerte de cada manojo y arrancar las otras, ya que la zanahoria, por desgracia y muy a nuestro pesar, no se re-planta. Seleccionar una de cada seis u ocho y sacrificar las otras, de sangre fría, ¡qué horror!"
Muy bien. Pues, acá están las prometidas zanahorias con su excesiva densidad de población. Pasan los días y no conseguimos ir a
éclaircir-las. Quitamos mala hierba, trabajamos por acá alrededor, quitamos mala hierba, hacemos otras cosas por el huerto, quitamos mala hierba, regamos, quitamos mala (¿lo hemos dicho ya? es que hay TANTA mala hierba que quitar...). Pero cada uno de nosotros parece dejar esta terrible tarea para luego, por si acaso el otro se termina haciendo cargo del caroticidio. Y si no lo hacemos pronto, morirán todas. La única manera de salvar algunas es sacrificando a muchas otras. Y ya no nos alcanza el sueño por la noche. Se nos caen los dientes de la culpabilidad.
And no one said it'd be easy, but no one said it'd be this hard... Por lo demás, pues, cuando salen así alternando el sol y las lluvias frescas de primavera, todo crece y florece y pulula como dijo aquel Dios de la Bíblia (no la del huerto: la otra, más antigua y más generalista). TODO! Las cosas que plantamos y de las que esperamos comer en algún momento del año, pero también las cosas que NO plantamos y que - vaya ironía - se dedican ahora a comer lo que nosotros pensábamos comer luego. Y es que hay aquí un evidente conflicto de interés, que no sale a nuestro favor: cuanto más crece y pulula todo, más crece y pulula lo chungo. Y cuanto más crece y pulula lo chungo, menos crece y pulula lo bueno.
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En perro pastor sereno entre las patatas: una flor de ajo (muy) espontánea! |
Así que el chaval ese de la granja de
wwoofing aquella del año pasado con su
bull-shitting políticamente correcto y sus rollos patateros holístico-demagogos de "no hay malas hierbas, solo son hierbas
de interés hortícola diverso ; porque sabes, todo tiene su papel en el universo y ¿quiénes somos para juzgar el papel de esta hierba en concreto?". Díselo a la vaca que pasta el alfalfa pero se deja el cardo... Pues no me importaría tenerle por casa en estos días y mandarlo 7 horas diarias bajo el sol, a romperse la espalda en el huerto arrancando hierbas de interés hortolano diverso. De verdad... En fin: no hay fórmula mágica. O mejor dicho, sí que la hay:
si vis pacem, para bellum. Si quieres comer algo de tu huerto, tendrás que ir a por la mala hierba, a por las pestes, a por las plagas, a por el pulgón y a por todo lo demás que se interponga en el camino del pulular de las plantas y del cosechar sus jugosos frutos. Para eso, inventaron un programa de muerte y lo llamaron Revolución Verde. En aquel entonces del
día-después-de-la-segunda-guerra-mundial, cuando la industria del nitrógeno no tenía más bombas que fabricar y una proporción tremenda de la población mundial se moría de hambre, se les ocurrió que en lugar de bombas, se podrían fabricar abonos y pesticidas en cantidades despampanantes e inyectarlos en el suelo hinchándolo todo hasta reventar. Así se iba a producir más y mejor! Sesenta años después, mucha gente sigue muriendo de hambre mientras destruimos millones de toneladas de fruta y verdura cada año, la tierra agraria está hecha polvo, las plagas y demás calamidades se han vuelto resistentes y más agresivas que nunca y resulta que - ¡vaya sorpresa! - el glifosato es tóxico! ¡No me digas! Para los que no piensan sumergir su huerto con químicos, hay dos opciones: arremangarse, partirse la espalda y pasarse horas a cuatro patas gateando entre lechugas y patatas para arrancar la mala hierba y matar el pulgón a mano... o invitar a
helpers a que lo hagan ellos! Ja ja ja! El futuro de la agricultura ecológica va cogido de la mano con el del
wwoofing ; parece una broma pero es lo que hay. Bien. Les vamos a presentar a continuación nuestros queridos enemigos cotidianos. Intentaremos, cuando la conozcamos, hablarles de cualquier solución específica que se pueda implementar para, contra y en contra de, cada uno de ellos:
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Una rúcula joven y tierna, recién brotada, a la merced de un Alticino voraz y promiscuo... la respuesta eco-lógica: ¡mariquitas! |
Primer pequeño éxito hortolano: la rúcula sembrada en avril, que se tomó su tiempo y aguantó los fríos tardíos de la Haute-Ariège, pero quiso brotar y crecer con la llegada de la primaverano. Resulta que hay un pulgón que no solamente vive en ella y literalmente se la come, sino que de la nada, es capaz de detectarla y encontrarla como con un radar, para venir a invadírtela. Y la deja al gran estilo
gruyère alpino donde cuanto más queso, más agujeros y cuanto más agujeros, pues ¡menos queso! En armonía con la hermosa y admirable rueda del karma, este
Crisomélido tiene el raro privilegio de ser la víctima favorita de los
Coccinellidae - o mariquitas - que además de traer buena suerte y practicar el muy sutil arte del aposematismo (gracias a la famosa enciclopedia
online que no hace falta nombrar!), también son justamente consideradas unos insecticidas naturales y ecológicos, a un precio muy asequible. Adoptamos pues, todas las mariquitas que encontramos por el jardín y las re-colocamos hábilmente encima de las rúculas donde se quedan un tiempo variable (les gustan más las patatas para vivir) pero donde realizan una labor de gran valor. Se nos ocurre aquí cierto paralelismo con la manera en que la Unión Soviética re-colocaba hábilmente a quien le convenía (a menudo en pareja y para rato) en granjas experimentales en el permafrost o en estaciones meteorológicas del lago Baïkal o de la costa del Mar de Siberia Oriental. Ejem..
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Avellana subterránea recién exhumada, falso trébol y magnitud del desastre. Si Oxalis montara a caballo, le dirían Atila. |
Mientras arábamos por primera vez el jardín, apenas desaparecida la nieve, descubrimos unas bolas curiosas, como avellanas blandas, esparcidas por todo el terreno. Unas semanas después, apareció una especie de plantulita muy bonita, con hojitas arrugadas de un verde tierno y fresco, cuya parte superior se manchaba, en ocasiones, de granate. Hasta nos pareció que era trébol y le dimos las gracias al Universo por tanta abundancia de leguminosas de generación espontánea... El trébol en cuestión se llama
Oxalis y con todo lo que implica hacerlo, lo llamamos la madre de toda la mala hierba. Quitas uno y te salen diez. Las avellanas subterráneas, no las dejaron aquí unas ardillas paleolíticas de costumbres telúricas: son suyas. Una avellana da veinte plantitas de
Oxalis, que antes de haber florecido han producido veinte avellanas. No se acaba nunca. Hay avellanas por todas partes. Sale
Oxalis donde y cuando no haces nada, hasta confluencia y sustituyendo todo lo demás. Sale más
Oxalis aun donde intentas hacer algo, porque parece que al quitar la avellana madre, se disparan las avellanas hijas. No vences el
Oxalis. No hay salida. Luchas, vuelves cada dos días y vuelves a empezar de cero. Como Sísifos y su piedra que le comía el hígado mientras de su peligroso y tentador canto precipitaba a la barca de Caronte el barquero contra los arrecifes*...
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Leptinotarsa con traje de ginete, super-yates en el muelle del Port Vell y brigada portuaria en intervención. |
A pesar de la figura tranquilizadora del ajo pastor, nuestras patatas tiemblan en silencio. El doríforo (o escarabajo de la patata -
Leptinotarsa decemlineata para nuestro querido O. N-o si nos llega a leer...) ha llegado con la firme intención de reclamar lo suyo. No vive entre los pies, se esconde entre los
Oxalis, demostrando si fuera necesario que
mal de algunos, consuelos de bichos. El doríforo solo viene a la patata a copular y poner huevos bajo las hojas, bien alineados como los super-yates en el muelle del Port Vell. ¿Será aposematismo también? Los muchos huevos amarillentos y brillantes dan muchas larvas rojizas y translúcidas que a su vez dan muchos adultos con traje de jinete y crujientes ; no sin haber devastado las patatas en el proceso. La solución A es fácil y la favorita de nuestros estimados vecinos jubilados: con químicos. La opción B es lenta, penosa e igual de eficaz, además de ser natural y limpia: con las uñas. O con guantes, o con una piedrecita, o directamente cogiéndoles en la misma hoja en la que se encuentran, doblándola entre dos dedos como si se tratara de agarrar un rollo de primavera con una hoja de lechuga para mojarlo en el nuoc-mâm. Y apretar bien, claro. Nos esperábamos una invasión desde las parcelas vecinas envenenadas, pero hasta la fecha se mantiene bajo control, o eso parece...Habrá acaso corrido la voz sobre el
doricidio en nuestra parcela?
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Escalofríos y fantástico en Hortraveling: heroes salidos de Marvel y desapariciones nocturnas dignas del Expediente X. |
En la lucha hortolana del día a día, tenemos un gran aliado que, a semejanza de algunos super-heroes de Marvel, tiene que ponerse el traje para actuar. No tiene lagar-móvil, ni lagar-señal, ni lagarti-cueva, pero sí que tiene que cambiar de piel de vez en cuando. Es un lagarto verde y come absolutamente todo lo que NO queremos tener por allí. Es nuestro mejor amigo. Ojalá tuviera pareja y decidiera fundar una familia e instalarse por la zona.
De experiencias pasadas, veníamos preparados para luchar contra la babosa. Habíamos localizado unas gallinas cercanas a las que tirar todas nuestras babosas en un gesto ágil y elegante "hop!". Pero en lugar de babosa, tenemos caracol: la reciente crisis de la hiedra los abalanzó sobre las lechugas. La rueda del karma nos hace un guiño con concha espiral. Así que a la luz pálida y enloquecedora de la luna llena, no solo tenemos el privilegio de salir a contemplar su barriga fosforescente, sino que también nos podemos arrodillar entre las filas del huerto para abducir a los imprudentes que se alejan de sus penates... Por la mañana, no queda nada más que un rastro de baba repentinamente interrumpido, y muchas preguntas entre los gasterópodos. Muy bien, pensarán algunos, el fin lo justifica todo pero el holístico-demagogo tiene razón: eso es seleccionar y otorgarse un derecho de vida y muerte sobre muchas criaturas de Dios. Y suponemos que su razón tendrá. Sin intención de disculparnos, solo podemos responder que este derecho que nos otorgamos, lo ejercitamos a mano, sin ayuda tecnológica, sin armas y sobre todo, sin sentir placer ni morbo alguno.
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Pena capital en la plaza mayor (no apto para todos los públicos) y una flor para acabar con una nota más alegre... |