¡Ole! ¡Qué bien! ¡Yujuu! etc. Con una alegría imposible de disimular, les presentamos con imágenes y mucho placer, el estado y el avance del proyecto
Home(t)raveling al cumplirse tres meses del inicio de este bonito largo viaje... ¡Vamos!
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milagro de la naturaleza: el cortejo del camión de PointP, depositándole al 2c15
los materiales necesarios a la construcción del nido antes de la llegada del frío. |
Durante la primera mitad de Setiembre, estuvimos entretenidos con la
instalación eléctrica de casa. Antes de eso, habíamos tenido que quitar los falsos techos originales (precioso ejemplo de obra artesanal tradicional con tapetas de madera enyesadas a mano). No fue tanto por unas irrepresibles ganas de pasar horas sudando en un peto integral de Tyvek®
con mascarilla, gafas de protección y guantes, subidos en una escalera para arrancar con pata de cabra esta estructura vieja de 30 años o 40 años, llena de polvo y telarañas, depositora del aislante rural natural de antaño - es decir: mazorcas de maíz, ramas i paja - y con un clavo cada 5 cm, sino más bien para poder apreciar el estado de las vigas, ya que los parquets mostraban indicios de visitas pasadas de xilófagos... Una vez hecho, eso nos permitió rascar o lijar dichas vigas, tratarlas generosamente contra las visitas futuras y pasar allí arriba la mayoría de los conductos eléctricos. "Solo" nos quedó, pues, terminar de hacer lo mismo en la primera planta, con energía, con bastantes bolsas y cubos grandes de escombros, con unos cuantos más viajes de
2c15 a la "déchetterie" local y con algún
encuentro inesperado incluido... Teníamos un poco de prisa para empezar (y concluir, está claro) la urgente, sabia y muy estratégica tarea de aislar dichos falsos techos antes del invierno y de la llegada del frío. Destruir, limpiar, evacuar resíduos, limpiar, reconstruir, limpiar, etc. Las laboriosas idas y venidas del
2c15 por el portal del jardín, cargado como un guardia de refugio a principio de temporada, no tardaron en llamar la atención de la fauna de tracción mecámica local, deleitándonos con un espectáculo digno de los documentales de la National Geographic: unos días después y sin previo aviso, se presentó delante de casa un camión de plumaje rojo de un tamaño consecuente. Tras haber girado y contra-girado incontables veces con pitidos incluidos en la callejuela, encaró las plumas de la cola frente al portal y empezó su lento y majestuoso baile de cortejo.
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el camión en pleno frenesí de descargar material de construcción por el jardín ; poco después, Wallis en estado de shock. Y ahora, ¿qué? |
Sujeto de la especie
Entregarius domiciliaris ssp. Pointpéus, el camión no tardó en hacer su demanda formal. Estabilizadores a tierra, dejó en el jardín nada menos que 5 palets conteniendo placas de
pladur yeso y perfilería (csp. nuestra superficie de techos + algún que otro tabique o pared) así como colchones de lana de madera (un aislante natural, ecológico y bastante sanote, que no solo tiene la ventaja de no ser tóxico, ni irritante, ni impregnado de sustancias volatiles, sino que además tiene mejor aguante mecánico en el tiempo y un tiempo de desfase superior a los aislantes minerales*) en tal cantidad que no sabíamos donde ponerlos. Con medio palet por aquí, medio palet por allí, sí que lo colocamos todo - pero no sin tener que cambiarlo todo de sitio un par de veces antes de llegarlo a utilizar.
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lana del rey de madera por las habitaciones ; lana de madera bajo el hangar ; lana de madera en la granja... en fin, lana de madera pa' todos lados. |
El camión se fue y nos pusimos al trabajo. Para colocar las placas de yeso, hay que instalar ANTES del aislante toda la perfilería atornillada y colgando de la vigas, usando metros de cordino tendidos por toda la superficie de las habitaciones, colocados al milímetro con nivel, con el maravilloso laser (que nos prestó el excepcional y adorable K., el albañil que nos acompañó y asesoró para la obra de la planta baja) y con clavitos, escaleras, andamios y regla de paleta de 3 metros. Es todo un camino de cruz para conseguir que el futuro falso techo esté absolutamente horizontal y a nivel, cada uno de sus raíles paralelos suspendidos cada 50 cm y fijados cada 1,20 metro perfectamente alineado con los demás raíles. Un infierno. Un dolor de cabeza. Una matada. Un calvario. Una locura. Un placer sin nombre cuando, finalmente, cuadra todo. O cuando uno se auto-engaña y decide de una vez que ya está, ha quedado lo suficientemente bien, claro.
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techo de una habitación "antes" y "después" ; techo de la cocina ; techo del pasillo/wc y, al fondo, del futuro cuarto de baño. |
Con el uniforme anti-polvo puesto (!!!) pudimos pasar al siguiente etapa: cortar a medida e insertar las colchonetas de lana de madera en su sitio o sea, en los irregulares y anfractuosos espacios entre las vigas. Si bien la lana de madera es absolutamente inocua e inerte, produce una especie de serrin muy fino que "tiende a desprenderse a la primera de cambio. De allí que golpear fuertemente una colchoneta de estas que acabas de serrar con una herramienta eléctrica, para hacerla entrar - medio metro por encima de tu cabeza - en una luz ligeramente más estrecha y cuyos bordes son bastante ásperos, se transforma rápidamente en un test de calidad de tus EPIs**. Hasta aquí, bien. Sudada garantizada, dolor de espalda al final del día también. Entre la planta baja y la primera, hay 12 cm: bastante como para conservar el calor un rato abajo. En el techo de la primera, hay 20 cm entre vigas y 4 cm más, en perpendicular, debajo: así el calor que acaba subiendo se queda y no se escapa! Es una tarea fastidiosa, penosa, cansada e ingrata, pero sistematizando un poco el proceso - uno arriba que mide, grita las dimensiones y coloca los trozos, uno abajo que corta y pasa los trozos, y se encarga de optimizar sobras y recortes -, la cosa no va tan mal. O sí. Sin embargo, la mediocridad no es un opción aquí: si te quedan grandes los trozos, son imposibles de colocar. Si te quedan justitos, se caen al suelo patéticamente. Toda una
masterclass de precisión y excelencia en acción. En fin...
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los colchones, tal cual ; el taller de optimización de recortes ; la pimera capa de 20 (12+8) cm ; Wallis en pleno esfuerzo para la segunda capa. |
Y una vez acabado, cuando podríamos habernos tomado unas merecidas vacaciones a las Maldivas, tuvimos que enganchar sin tardar cinta de doble cara en los raíles y perfiles, para poder pegar una membrana retardadora de vapor hiper-mega-bio y super-importante para evitar que la condensación se vaya a meter allí donde no queríamos. Plantas baja y primera: ¡ale-hop! Desenrollar, medir, cortar la membrana, enrollarla, colocarla bien alineada, solapar 10 cm con la anterior, desenrollar manteniendo la tensión, la alineación y el paralelismo, quitar la protección de la cinta de doble cara y pegarlo todo bien puesto. Un infierno. Un calvario. Un dolor de cabeza. Una matada. Una locura. Un gran vacío cuando te despiertas a la mañana siguiente y descubres que con la presión de las colchonetas de aislante transversales, se ha despegado y caído al suelo toda la maldita membrana. Solo en la primera planta - es la buena noticia - ya que abajo había menos cantidad.
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las luces del salón, ya con toque vintage-upcycleado ; una colchoneta en huelga-de-alcanzar-su-puesto-de-trabajo ; Wallis y la membrana bio. |
Entonces, pues, ¿qué remedio? tuvimos que empezar de nuevo y colocar
dans la foulée, acto seguido y sin más demora, el pladur. Pero eso realmente y con toda la mejor voluntad del mundo, tuvo que ser luego (del palo un par de semanas después o así, porque la vida te lleva a veces y cuando dejas una tarea, no siempre sabes cuando podrás volver a ella, si es que vuelves. Y además, también será otra historia ya, porque se está haciendo tarde, el sol se pone sobre Wallis y Futuna y la verdad es que a finales de Setiembre, eso es lo que había.
Cuidense y pasen lo muy bien,
volveremos prontito
con más aventuras hogareñas.
Abrazos y besos,
F & W
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* el tiempo de desfase térmico define el tiempo que tarda un aislante en restituir las calorías absorbidas. Es sensiblemente superior para la lana de madera respecto a la lana de vidrio o de roca (8-10 horas contra 4, generalmente), cosa que es interesante porque las calorías absorbidas debajo de un techo durante el día en verano tenderán a "llegar" hacia el final de la noche, cuando la temperatura de la vivienda es mínima. De manera similar, las calorías absorbidas procedentes de la calefacción en invierno serán devueltas horas después de que se apagase dicha calefacción, limitando así la bajda de temperatura al final de la noche... voilà.
** equipos de protección individual.