Meseta y bosques de Irati, pescador de Truchas en el día de apertura y la Nive en sus fuentes. |
Dejamos atrás el restaurante "de las fuentes de la Nive" (el bien llamado) y emprendimos la subida por las empinadas caras norte de la selva de Irati, entre las hayas y las espesas cortinas de humo que, corridas por el viento, nos llenaban el coche de un olor a barbacoa… No se trataba de salvajes incendios, sino de uno los deportes nacionales por estas tierras y en estas épocas del año: el écobuage. Toda la vegetación que no se puede pastar - por incomestible-, ni se puede desbrozar - por la pendiente del terreno-, toda la zarza y el helecho seco, se queman después de la temporada de nieve y lluvias, antes de que vuelvan a crecer. Se consigue así limpiar parcelas de difícil acceso y abonar el suelo naturalmente (con ceniza). En fin...
erupciones volcánicas repentinas en Iparralde? no, es el arte pastoral del écobuage al salir del invierno... |
Salimos a la meseta de Irati, no man's land pirenaico fronterizo, poblado sólo por caballos Pottock y ovejas Manech (las Latxas del otro lado), fantasmas de hadas y contrabandistas, complejos megalíticos olvidados y criaturas de la mitología vasca. Merece la pena mencionar las Eilalamiak, encantadoras y traviesas sirenas con pie de pato de los riachuelos de Irati, famosas por comerse a las ovejas o directamente a sus pastores, pero también por construir puentes y dólmens!
cabañita de caza a la paloma. |
Hace años que nadie ve a una Eilalamiak, los cromlechs mueven menos turistas que el cercano camino de Santiago y los contrabandistas han sido reemplazados por las Bentas de la frontera, más económicas… Afortunadamente, acá y allá queda alguna cabaña de cazadores de palomas, como ésta. Irreal casa de la Baba-Yaga montada con cuatro tablas y escaleras de apaño en la copa de un roble centenario: imagen TimBurtonesca dibujada sobre el cielo… Mientras cruzamos el bosque, visitamos en silencio por las ruinas del imaginario local. Desfilaron hayas de troncos imponentes, helechos quemados por el invierno y crestas de caliza arropadas en un musgo verde profundo, espeso y húmedo.
La construcción de estas dos “Fábricas” significó la introducción de un nuevo enfoque importado de Francia: el de la modernidad ; conjuntos de diferentes dependencias destinadas a un único tipo de producción, diseñadas para ahorrar energía en todo el proceso y con los talleres separados del pueblo. La cercanía de yacimientos minerales, la abundancia de agua y de madera propiciaron su instalación en estos lugares.
Hayas centenarias de la Fábrica de Orbaizeta |
De hecho, para optimizar los recursos de leña, los carboneros solían podar las impresionantes hayas de la zona a unos tres metros del suelo, obligándoles a formar muchas ramificaciones desde la base. Lograban así obtener no solo más madera que cortar cada año, sino también, ramas cuyo tamaño muy homogéneo facilitaba su almacenamiento y posterior uso en las carboneras y los hornos. A pesar de estas ventajas naturales, la localización del complejo era estratégicamente poco interesante: el transporte de las manufacturas a cualquier lugar desde allí era demasiado caro y la proximidad a la frontera lo hacía totalmente vulnerables a los intentos de asalto de los ejércitos franceses.
Estos complejos se organizaban en tres niveles: en la parte de arriba estaba el pueblo, las viviendas de los trabajadores, una iglesia, una posada, un palacio y un cuartel de vigilancia, hoy en día todos habitados por familias, sus perros y su ganado. Los talleres industriales ocupaban el nivel más bajo (hornos, limpieza y almacén de munición, etc.) y en medio había los depósitos de minerales y las carboneras. Un ingenioso sistema conectaba directamente carboneras y almacenes de con la boca de los hornos a través de unas plataformas aéreas. Las carboneras y los depósitos separados de los hornos y fuegos por el curso del río Legarzia, que atraviesa y divide todo el complejo arquitectónico, corriendo debajo de una serie de arcadas. Bueno, en realidad hace falta bastante imaginación para divisar in situ el funcionamiento de la fábrica, la maleza se ha apoderado de este lugar!
Vista desde el nivel del pueblo |
Arcadas sobre el río Legarzia |
Planos de la Fábrica de Orbaizeta, (de Aurora Rabanal Yus) |
En 1794, la guerra trajo consigo a las tropas francesas y la fábrica de Eugi fue desmantelada. La de Orbaizeta sobrevivió un siglo más, no sin sufrir frecuentes asedios y saqueos, hasta convertirse en uno de los centros de producción de armamento y municiones más importantes del norte de España.
Movidos por el hambre y por el frío, emprendimos el camino de vuelta y nos detuvimos en el impresionante Cromlech de Orgambide (que muchos pasan de largo sin siquiera verlo), antes de llegar a la pintoresca cueva de Harpea y sus cabañas de trashumancia: un pliegue anticlinal muy bien conservado para sus 40 millones de años de edad. El lugar perfecto para una pequeña foto souvenir. Subimos y bajamos otra vez estos abandonados valles, saludando nuevamente en silencio a los Pottocks, los fantasmas de contrabandistas, las piedras milenarias y las Eilalamiaks, dormidas y dormidos entre el musgo y el olvido…
Pico de Okabe a la izquierda, al fondo del valle (no se ve) está la cueva de Harpea |
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