A los viejos sitios
Donde amó la vida
Entonces comprende
Como están de ausentes
Las cosas queridas..."
Me llegó hace años cantada por Chavela Vargas, pero cuando se la apropian Buika y Chucho Valdés (en youtube aquí), se convierte en una de las (simples) cosas más bellas que hay. Llevamos unos días re-escuchándola una y otra vez en la furgo, como el himno de nuestra mini-vuelta a Barcelona. Nos habíamos apuntado en Enero a una semana de trabajo con la asociación Tripalium, que propone talleres participativos de construcción de molinos eólicos para auto-producción eléctrica (más información sobre los talleres aquí). Se nos canceló a última hora por falta de asistentes, así que con unos días de antelación y con pretextos varios de trámites y cosas que arreglar, volvimos a un viejo sitio donde amamos la vida. También fue una gran oportunidad para celebrar 6 meses ya de Un(t)raveling rodeados de seres queridos y cerrar un primer ciclo-círculo. Paso rápido con el tema ITV, seguro e impuestos varios del TRANSITion!, así como renovación de documentos y puesta a día de datos personales en algún que otro archivo o padrón municipal. No fue especialmente interesante. Como bien decía John Rambo a finales de los ochenta: "un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer"... Gracias, John. Ahora ve a descansar un poco. Y pégate una ducha ya, hombre!
Durante estos días de urbana locura, nos quedamos - muy a gusto, la verdad - en casa de U. y L. Meses atrás, justo antes de irnos de Barcelona, celebramos el suyo mutuo amor con saltitos de alegría (ver nuestro primer post) y pues, ya os imaginais: les echábamos de menos, un poquito. Por eso muchacho no partas ahora, pensando el regreso... Disfrutamos mucho de su lujoso y cómodo ático en forma de loft, de su colchón inflable para invitados, de su cocina hiper-equipada y de su hospitalidad re-que-te-comprobada ya. Cenamos y charlamos muy bien hasta las pequeñas horas de la madrugada. Lejos de cansarnos mucho, parece que hasta nos dio fuerzas para córrer parriba-pabaho sin descanso. O será que andando por la calle medio-zombie, la gran maratón administrativa façon Brazil (la peli, no el país), a uno se le hace menos pesada? Puede que suene muy guiri, o muy campesino-que-baja-a-la-ciudad pero: Barcelona es muy grande, ruidosa, sucia, agitada, contaminada y desesperadamente llena de gentes. Vaya reencuentro después de 6 meses dando vueltas por allí, entre lo verde! Nos dio la sensación de estar todo el rato mirando a la gente por la calle y en el metro como si acabáramos de llegar de otro planeta. Para aguantar tanto estrés, hasta tuvimos que cenar alguna carne a la brasa en la Malandrina y digerirla con luces suaves e infusiones de poleo-menta al volver a casa. Quedar con mucha gente en poco tiempo, ponerse a día, escuchar historias y noticias, es un ejercicio más difícil de lo que parece y para asimilar tanta información, las luces suaves e infusiones de poleo-menta van muy bien también.
Aprovechamos el jueves festivo para entrar de una vez en la piel de unos turistas: nos metimos en los atascos de la salida de Barcelona a eso de las 12 del mediodía, nos asamos escalando bajo el sol en las peores horas del día y nos tomamos unas cañas en el chiringuito de la playa de Garraf. Con los hombros y la nariz quemados, volvimos a Barna, a pasear nuestro nuevo look gamba por l'Eixample y el Barrio Gótico, hasta un concierto de nuestra querida Sandra Rehder, estrenando su nuevo disco "Umbral" a duo con Gustavo Battaglia. Noche de tango en el Circol Maldá. Mmmh... Viernes de visitas y trámites otra vez, que culminó con una cena de antología en Ca la Carme. Unas albóndigas de otro mundo, cuyo ingrediente misterioso no cedió ante los ataques de nuestras más insistentes investigaciones. Volvimos rodando hasta casa de U. y L., donde una vez más nos salvó la infusión de poleo-menta.
El sábado, fuimos a darles un fuerte abrazo a C. y J. en su burbuja al pie de Montserrat y ver los avances de la casa de paja, a base de mucho amor y muchas horas de trabajo. Al llegar la noche, subimos a cenar y dormir en la furgo por allí, bien cerca del monasterio. Nos despertamos tempranito a la mañana siguiente y aprovechamos el sol del domingo para tachar de la lista de tarea vertical la bonita y agradable vía Stromberg al Gorro frigi de Montserrat. Más fácil de lo que esperábamos después de cuatro meses sin tocar roca, llegamos a la cruz relativamente frescos, tras escalar cinco largos en cuatro tiradas. Los problemas se hicieron esperar y no aparecieron nunca, y aunque no somos especialmente valientes, hasta nos sobraron algunos parabolts. También nos sobró el viento del Norte que, a pesar del sol radiante, dejó congelado en cada reunión al que no estaba escalando. Después de una mini-siesta con higos secos en la cima, inauguramos el nuevo descenso con rapels para finalmente descubrir, a una hora ya avanzada del mediodía, a siete u ocho personas aglomeradas en la vía del Carles: dos en cada reunión, otros escalando e incluso unos cuantos esperando a pie de vía. Y eso que no vimos a nadie en toda la escalada: A quien madruga, el viento le putea pero Dios le ayuda!
Durante estos días de urbana locura, nos quedamos - muy a gusto, la verdad - en casa de U. y L. Meses atrás, justo antes de irnos de Barcelona, celebramos el suyo mutuo amor con saltitos de alegría (ver nuestro primer post) y pues, ya os imaginais: les echábamos de menos, un poquito. Por eso muchacho no partas ahora, pensando el regreso... Disfrutamos mucho de su lujoso y cómodo ático en forma de loft, de su colchón inflable para invitados, de su cocina hiper-equipada y de su hospitalidad re-que-te-comprobada ya. Cenamos y charlamos muy bien hasta las pequeñas horas de la madrugada. Lejos de cansarnos mucho, parece que hasta nos dio fuerzas para córrer parriba-pabaho sin descanso. O será que andando por la calle medio-zombie, la gran maratón administrativa façon Brazil (la peli, no el país), a uno se le hace menos pesada? Puede que suene muy guiri, o muy campesino-que-baja-a-la-ciudad pero: Barcelona es muy grande, ruidosa, sucia, agitada, contaminada y desesperadamente llena de gentes. Vaya reencuentro después de 6 meses dando vueltas por allí, entre lo verde! Nos dio la sensación de estar todo el rato mirando a la gente por la calle y en el metro como si acabáramos de llegar de otro planeta. Para aguantar tanto estrés, hasta tuvimos que cenar alguna carne a la brasa en la Malandrina y digerirla con luces suaves e infusiones de poleo-menta al volver a casa. Quedar con mucha gente en poco tiempo, ponerse a día, escuchar historias y noticias, es un ejercicio más difícil de lo que parece y para asimilar tanta información, las luces suaves e infusiones de poleo-menta van muy bien también.
las vistas desde nuestro colchón inflable: Hi-Fi y Low-Light. |
El sábado, fuimos a darles un fuerte abrazo a C. y J. en su burbuja al pie de Montserrat y ver los avances de la casa de paja, a base de mucho amor y muchas horas de trabajo. Al llegar la noche, subimos a cenar y dormir en la furgo por allí, bien cerca del monasterio. Nos despertamos tempranito a la mañana siguiente y aprovechamos el sol del domingo para tachar de la lista de tarea vertical la bonita y agradable vía Stromberg al Gorro frigi de Montserrat. Más fácil de lo que esperábamos después de cuatro meses sin tocar roca, llegamos a la cruz relativamente frescos, tras escalar cinco largos en cuatro tiradas. Los problemas se hicieron esperar y no aparecieron nunca, y aunque no somos especialmente valientes, hasta nos sobraron algunos parabolts. También nos sobró el viento del Norte que, a pesar del sol radiante, dejó congelado en cada reunión al que no estaba escalando. Después de una mini-siesta con higos secos en la cima, inauguramos el nuevo descenso con rapels para finalmente descubrir, a una hora ya avanzada del mediodía, a siete u ocho personas aglomeradas en la vía del Carles: dos en cada reunión, otros escalando e incluso unos cuantos esperando a pie de vía. Y eso que no vimos a nadie en toda la escalada: A quien madruga, el viento le putea pero Dios le ayuda!
Wallis a lo largo de la bonita via Stromberg (6a - 150m) con vistas al Monasterio, a Sant Benet y al Pirineo. |
Ya que habíamos logrado escapar de la atracción gravitacional barcelonina para un breve fin de semana, procuramos no volver a entrar otra vez en su atmósfera, alejándonos incluso a una prudente distancia. En las tierras del Somontano, en la antesala de la Sierra de Guara, M. y el peque U. nos recibieron otra vez en su casita de S., transformada por los meses de labor de M. y por la luz de la primavera. La era estaba hecha un huerto de primera, el patio una terraza lounge y un gimnasio con pesas, barras y slackline; la granja, una zona de taller despejada y diáfana. Resultaba difícil creer que un sólo hombre, con sus brazos y su voluntad, había podido... Otro reencuentro allí, con el lento y lindo arte de vivir en S.: los campos de maíz transgénico hasta el horizonte, las cigüeñas en el campanario de la iglesia, el local social divulgando siempre lo mejor de la televisión nacional, la carne dudosa del súper Orang-Utan de Monzón... Uno vuelve siempre... También nos encontramos a un G. en plena forma, de visita por la zona. Quedamos los cuatro para una sesión de deportiva en Benabarre, de la que aún nos estamos recuperando! Ja ja ja! Espero que estos dos (M. y G. digo) queden más a menudo para escalar porque aquel martes, se juntaron el hambre con las ganas de comer! También escalamos un poco en Olvena el miércoles y CastillonRoi el jueves (ayer), antes de emprender camino hacia Francia otra vez, la cabeza llena de reencuentros, abrazos, sonrisas e historias. Más ligeros también de saberles felices, ilusionados y en movimiento; buscando y encontrando caminos propios. Semana de vacaciones corta, intensa y agotadora pero, por suerte, el lunes volvemos al trabajo! Continuamos un(t)raveling en el Lot-et-Garonne, el Lot y la Dordogne...
la "nostra cova" y el hospital de Sant Pau: unos viejos sitios donde amamos la vida... |
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