Después de una semana de ordeñar, cuajar, filtrar y preparar quesitos en casa de M., nos encontramos de repente con algo de vértigo ante el vacío de un fin de semana entero sin tener que trabajar. Hacía tiempo que no nos pasaba, eso de currar toda la semana y encontrarse medio-ligero, medio-perdido al llegar la mañana del sábado! Un(t)raveling, o el arte de (re)descubrir lo esencial, lo ya conocido, lo obvio. Por aquí en Francia, lo llaman "haber inventado el agua tibia". Bien... La zona alrededor de Rocamadour ofrece muchas escaladas, de las cuales probamos - rodeados de nubes grises y hostiles y con ambiente húmedo - el hermoso Circo de Autoire y su cascada con aires de selva tropical. También estuvimos en el pequeño sector del Moulin de Cougnaguet, bonito pero durillo, olvidado en el fondo de un valle estrecho y verde a las afueras de Rocamadour. Se dió la casualidad que B. y A., viejos amigos de Toulouse, llevan unos años viviendo en M., a una media horita de Rocamadour. Oportunidad perfecta para ir a verles y ponerse al día un poco. Ya que nuestra querida A. estaba de guardia todo el fin de semana, le propusimos a B. de quedar con él y las 3 peques, E., L. y M. para tocar roca y hacer un pique-nique por allí.
el circo de Autoire desde arriba de las vías y la cascada. |
Como en la canción, nos dijimos adiós, ojalá que volvamos a vernos, y más cosas de estas un poco vanas que se dice la gente al separarse. A la gatita, no pareció que le afectaba tanto la despedida. Así que emprendimos el camino de vuelta a G., donde no nos esperaban ni cabras ni ordeño ni siquiera bolsas de cuajada, pero si una rica cena en nuestro querido sweet mobilhome Alabama.
ovejas de raza Caussenarde en su entorno natural. |
La llamada del estómago es difícil de ignorar y más aún de resistir. Por desgracia, tuvimos que parar otra vez a los pocos minutos, para cazar imágenes de un beautiful y gigante rebaño de ovejas de raza Caussenarde (blanquitas con topos negros en los ojos) pululando y pastando por allí, tranquilas y muy concentradas en su tarea. No se escuchaba más que el brumtch! brumtch! brumtch! rítmico de sus mandíbulas, como si se tratara de una banda sonora para el cómic Le Génie des Alpages... Clic! Una foto más de las Caussenarde al anochecer, y llegamos al Mobilhome justo a tiempo para calentar la cena y tomarnos un vinito con cabécous caseros, mientras buscábamos en el cielo las primeras estrellas. La vida al gran estilo del Lot debería ser una asignatura obligatoria en el cole!
No comments :
Post a Comment