introduceando los calçots en su exclusiva y selecta versión "cara norte". |
"Bueno, la cuestión es que los calçots acabaron siendo bonitos y maduros, y al final nos los tuvimos que comer, pero se nos acaba el capítulo de hoy y no queremos pasar con prisa las fotos, recetas y demás secretos de la primera y - hasta la fecha - única calçotada ariégeoise! Para despedirnos, pues, tan solo compartiremos otra ilusión que brotó por allí entre las coles, gracias al dominio de Wallis en el arte de la encuadernación: un par de Moleskine caseros, vírgenes y - evidentemente - todavía por estrenar. Como una invitación más a empacar, coger mochilas y desaparecer por un tiempo de las pantallas radar. Que se cuiden mucho, pronto volveremos con lo prometido y mucho más..."
parte de la cosecha: los hay pequeñines ¡pero los hay hermosos! |
SALSA CALÇOTS
(ingredients per a 10 persones)
100 grs d'ametlles torrades i pelades,
100 grs d'avellanes torrades i pelades,
uns 25 grs de pinyons,
1 torrada de pa remullada en vinagre
(millor suau, tipus vinagre de poma),
1 torrada, sense remullar de vinagre
(o 2- 3 galetes María),
2 ó 3 nyores escaldades,
1 bitxo (pebrot picant) petit escaldat,
1 cabeça d'alls escalivats,
2-3 tomàquets escalivats,
1 pebrot vermell escalivat
(o una llauneta de pebrot en conserva),
1/2 litre d'oli verge (de Siurana),
1 cullerada sopera de pebre vermell (paprika),
i 1 cullereta de cafè de sal.
Es barreja tot bé, pensant - amb estima - en els que la menjaràn. Com que tinc robot de cuina (ens confesa la Marta), el que faig és picar primer els fruits secs ben fins, i després vaig afegint els ingredients en l'ordre que figura a la recepta... Nota: és una salsa fàcil però laboriosa perque requereix temps; certs ingredients s'escaliven (al forn precalentat a 180º, uns 45 minuts) i es pelen. Per una altra banda, s'escalden en aigua bullint la nyora i el bitxo, i es treuen les llavors. Els fruits secs es piquen ben fins... Així que ja posats, en podem fer de més, perque és una salsa que es conserva molt bé. Aquí añadimos nosotros que siempre se puede preparar más cantidad, si no es para conservar o congelar (que averiguamos que eso también funciona bastante), pues que sea porque alguién se la zampará en cantidades industriales, huntada en el pan, o directamente: a cucharadas.
Je je je! Ya puestos a preparar, que se preparen cubos, ¡venga! Es verdad que el proceso es largo, que es más largo aún haciéndola a mano con un mortero, que es una labor... ¡laboriosa! y que quien la asume puede fácilmente llegar a creer que se merece zampársela en cantidades industriales, huntada en el pan o directamente: a cucharadas. Je je je! Ya puestos a preparar, que se preparen cubos, ¡venga! Qué curioso, todo eso me suena, doblemente...
Una vez lista la salsa, tan solo nos queda preparar los calçots: quitándoles la tierra sin demasiado cuidado, ligándolos en trensas largas con un alambre y metiéndolos sino al fuego, al menos al horno bien bien caliente: la gracia de la cocción es que se queme la piel exterior y el resto se vaya haciendo à l'étouffée, o sea, al propio vapor que se genera y se queda atrapado por dentro hasta que el calçot esté a punto de deshacer solo. Ya saben como va después: se coge por la parte verde, se moja en la salsa y se come a lo salvaje, disfrutando todo lo que se pueda y reconociendo, si hubiera algún tipo de duda, que al fin y al cabo, los Catalanes han inventado cosas maravillosas*. Dimos de probar alguna muestra representativa a nuestros queridos Gee-Jay, a modo de merecida recompensa tras una salida de escalada en Génat o por allí. También los probamos en ensalada con vinagreta: muy ricos; en sopita façon vichyssoise: excelentes; en versión minimalista con huevos revueltos: riquísimos; también en papillote con pescado al curry: deliciosos; y hasta en risotto con setas y mucha (pero que mucha) mantequilla: ¡divinos!
y en plan cercano: hay quien diría que a estos se les ve el pelo... |
Una vez lista la salsa, tan solo nos queda preparar los calçots: quitándoles la tierra sin demasiado cuidado, ligándolos en trensas largas con un alambre y metiéndolos sino al fuego, al menos al horno bien bien caliente: la gracia de la cocción es que se queme la piel exterior y el resto se vaya haciendo à l'étouffée, o sea, al propio vapor que se genera y se queda atrapado por dentro hasta que el calçot esté a punto de deshacer solo. Ya saben como va después: se coge por la parte verde, se moja en la salsa y se come a lo salvaje, disfrutando todo lo que se pueda y reconociendo, si hubiera algún tipo de duda, que al fin y al cabo, los Catalanes han inventado cosas maravillosas*. Dimos de probar alguna muestra representativa a nuestros queridos Gee-Jay, a modo de merecida recompensa tras una salida de escalada en Génat o por allí. También los probamos en ensalada con vinagreta: muy ricos; en sopita façon vichyssoise: excelentes; en versión minimalista con huevos revueltos: riquísimos; también en papillote con pescado al curry: deliciosos; y hasta en risotto con setas y mucha (pero que mucha) mantequilla: ¡divinos!
dos estilos y dos escuelas, para un resultado no tan diferente como se esperarían - que los puritas nos perdonen... |
Y como las alegrías nunca llegan de una en una, junto con la cosecha de los calçots, llegaron nuestros amigos los Oxalis, cuya hibernación se acabo con los primeros días de sol. Pero también nos llegaron las fresas que pulularon y se multiplicaron gracias a una política agresiva y audaz de incentivos para los estolones: reducciones de impuestos, ventajas fiscales, parcelas de tierra gratis y hasta subvenciones para quitarle el puesto a las lechugas y las rúculas! De tres pies plantados el pasado mes de abril tenemos más de diez ahora. Y las fresas prometen. Bueno, mejor dicho: las flores prometen.
entre los estolones: un par de sacos de dormir xx-de pluma, un par de esterillas xx-cómodas y un par de fundas de bivac xx-aislantes, para dormir donde haga falta. |
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* y NO nos referimos aquí al submarino; ni al fútbol; ni al caga tío; ni a la tradición de Sant Jordi... Ni siquiera al exquisito y artístico deporte de montar efímeros castillos humanos en las plaças mayores...
* y NO nos referimos aquí al submarino; ni al fútbol; ni al caga tío; ni a la tradición de Sant Jordi... Ni siquiera al exquisito y artístico deporte de montar efímeros castillos humanos en las plaças mayores...
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