ayer.
Estás en Nuadibú. Por lo que tienes entendido, es la segunda ciudad de Mauritania, al Nordeste del país, cerca de la frontera con Sahara Occidental. Es el puerto principal para la explotación y la exportación de pescado y productos de la pesca.
De aquí, salen cada día toneladas de pescado fresco o recién congelado, hacia los mercados de España, Francia, Rusia, Polonia y Japón, entre otros. Es
una ciudad de gran importancia económica y estratégica; o mejor dicho: es la otra ciudad del país. También tiene el otro aeropuerto del país y fue así como llegaste, en avión. Todo esto es Nuadibú. Pero en realidad, tú más que nadie lo sabes: Nuadibú es ante todo un lugar abandonado de la mano de Dios. Miras y todo lo que ves es una calle mal asfaltada, cubierta de arena, de basura y de mierda de vaca. Esta ceñida entre una línea grasienta y apestosa de barcos de pesca oxidados y otra - no menos grasienta y apestosa - de edificios que se derrumben, comidos por la sal y la arena. Alternan bares, restaurantes y salones de masaje chinos, por lo que pudiste ver. Te gustó esto de los salones de masaje chinos, no paraste de hacer alusiones y los ojos se te entornaban... A tan solo unos metros detrás de estas dos líneas que limitan tu horizonte,al segundo planodigamos – y aunque no tienes siquiera la oportunidad de entreverlos – imaginas el azul del Atlántico y el rojo del Sahara: profundos, densos, infinitos. Como para dejarte claro que de aquí, no te irás si no quieren que te vayas. Te lo tendrán que permitir, que facilitar. Eso ya, de por sí, te saca de quicio. Si supieras que no hay ni desierto. Si supieras que estás aquí en la punta de una lengua de arena estrecha, que sobresale del agua tan solo unos pocos metros, y que a tan solo un kilómetro detrás del hotel, está la línea de alambrado de la frontera con Sahara occidental, tu sensación de opresión sería más intensa aún. Pero por suerte, lo ignoras.
tan solo un punto entre muchos, de la línea de barcos de pesca oxidados. |
guantes de látex, mascarillas, cofias: una sala de fileteado de alto estanding. |
espíritus en un mundo material... saliendo a cenar por allí. |
Anoche, ya tuviste que caminar esta misma calle cubierta de arena, donde pasan coches y camiones sin luces, sin apenas verte. En el fondo, casi prefieres que no te vean y por un poco te esconderías cada vez que escuchas uno acercándose. Anoche, ya tuviste que pasar caminando delante de los salones de masaje y los bares de neones fucsia. Anoche, ya tuviste que cruzarte con vacas famélicas y carcasas de coches quemados en proceso acelerado de reciclaje natural. Anoche, ya tuviste que escoger entre un restaurante marroquí y una taberna gallega para cenar algo.
los alrededores del mercado central de Nuakchott al atardecer. |
saliendo del hotel, dos manzanas más hacia ninguna parte. |
Eso fue anoche. Volviste caminando. Esta cerveza que conseguiste sin demasiado problema, aunque el régimen islámico prohíba el alcohol en todo el país, te dio ganas de hablar más. Te hizo recordar más verdades, más verdes aún, acerca de aquellas mujeres de los bares de fluorescentes. Escuché todas tus verdades bien bien verdes, todo el camino hasta el hotel. Cuando te despediste y te fuiste a tomar un merecido descanso, yo me fui a la cama con nausea...
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