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el clásico hamburger, pero casero: mucho% del huerto, 100% excepcional! |
Previously on Hortraveling
"Con Hortraveling, aprendemos por ensayo-error. Cada problema es una oportunidad. Nada vuelve a ocurrir dos veces igual. Y no obstante, todo se repite una y otra vez. El huerto es zen, el zen es huerto. El dejar hacer y el no hacer son tentaciones llenas de promesas, una vez asumido que no puedes eliminar el Oxalis. Él siempre gana su pequeña guerra personal del odio al vacío. Entonces, descubres que a pesar de su invasión, todo sigue igual (o no igual, pero que más da ya que es así: es lo que hay...) Vale! Ya está bien con la sopa mística! Para volver a lo terrestre, terminaremos con esto: lo más agradable de (man)tener un huerto, es llegar a casa un sábado por la noche y encontrarte la nevera vacía. Mientras calientas agua, sales al huerto, apartas la mala hierba y vas pillando lo que hay por allí. Lo mezclas todo, crudo o salteado, un poco de sal gruesa y aceite de oliva y ¡a disfrutar! Es la versión gran lujo de la pizza congelada o del kebab
de los domingos."
Si en agosto estuvimos poco por casa (y menos por el huerto), la cosa se hizo solita y la cosecha se hizo pletórica (comiendo natural, casero y rico cada vez que pasábamos por aquí), en septiembre fue igual... pero más! O sea, a ver: menos por casa aún, más de hacerse solita la cosa y más de hacerse pletórica la cosecha... El final del verano fue de cocinar, cocinar y cocinar. Para luego comer, comer y comer. Con ganas, con amigos, con familia o con los dedos. Y hasta con hambre, que es lo mejor! En los siguientes párrafos encontrarán unos breves relatos (salvajes?) introduciendo a cada protagonista de nuestro festival hortolano-gastronómico:
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la famosa variedad de zanahoria Bruce Willis: ¡dura de pelar! |
Daucus carota: un par de meses después de asesinar unas cuantas zanahorias, las supervivientes pudieron seguir creciendo, hasta que llegó SU momento - el de recogerlas y comerlas. Y la lección que aprendimos esta vez, es que si bien nuestra tierra es rica y buena, tiene muchas piedras y requiere más trabajo previo para acoger zanahorias: nos han salido muy... artísticas, enamoradas y enlazadas todas. Se tarda más en pelarlas que en cocerlas y engullirlas. Eso sí, una vez hechas sopita o
puré, con comino y un poco de yogur o crema de leche, quedan muy dulces, muy ricas y perfectas para acompañar un pedazo de carne de la zona (aunque no de nuestra parcela de jardín!) o un huevo frito, de gallinas felices, ni que decir tiene. Los jueves, nuestro querido carnicero del pueblo prepara con amor y con mucho arte un
boudin au fenouil (morcilla con semillas de hinojo) que se come en lonchas gruesas tostadas al horno y que es un poema para las papilas. Una vez lo pruebas, empiezas a replantearte cualquier receta en función de su compatibilidad con dicho
boudin!
Brassica oleracea var. capitata: si bien la suelen llamar Col lombarda, según
Wikipedia, el Col de la Lombarde es un alto collado alpino (2.350 m) entre Francia e Italia. No obstante, y a pesar de este orígen
piemontese, parece ser que se acostumbró muy bien al
nostro piemonte ariégeois, ya que pululó felizmente desde la temprana primavera y hasta volvió a brotar a finales de temporada así, a su rollo... Y a la hora de la verdad, tanto cruda como salteada con ajillo, le dió un color y un amargor inconfundibles a nuestras ensaladas y
woks del verano (aquí abajo - con el leve desenfoque que suele provocar una salivación de una típica anticipación
pavloviana - con salsa de soja, ajo e higos secos).
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puré de zanahoria y remolacha con pepitas de calabaza tostadas ; salteado de col lombarda, ajo e higos secos en salsa de soja ; puré de zanahoria y patatas con comino, queso rallado y roquefort. |
Solanum lycopersicum: detrás de este nombre algo bárbaro se esconde la estrella de los huertos y de los mercados, la joya de la cultura mediterránea y el exitazo global del ingenio catalán a la hora de comer hoy y con gusto pan de ayer: el tomate! Los nuestros salieron al final bastante variados y bastante abundantes, entre las semillas de
coeur de boeuf que compramos en el vivero de al lado de casa y plantamos por aquí por allí sin mucha idea, y las 4 o 5 plantitas de tomates
cherry que nos regalaron nuestros queridos L. y R., todos distintos, todos resultones. ¡Ford mío! Si parece esto un anuncio de la Benetton...
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tomates, tomates y más tomates... |
Entre los
cherry clásicos, los
cherry peras amarillos, los
cherry alargados rojos y unos muy curiosos
cherry "ciruelas" de color único y sabor sutil, no llegamos a salvarlos todos de las merlas, ni repartiéndolos entre los vecinos. Los usos del tomate en la cocina no tienen límite y ni pretendemos hacernos los entendidos sobre el tema... En rodajas con (o sin) queso fresco, cebolla lila, un poco de sal gruesa y aceite; con rodajas finitas de calabacín crudo, como pretexto y excusa para comer carne; apenas asustadas con cebolla y una 'catalana' de
Ca la Rossa (ver capítulo anterior, y gracias nuevamente a M. y D. por su visita y sus
delicatalàtessen), así sin más; otro clásico, con una hamburguesa fresca, pepinillo, lechuga del huerto y un poco de queso de oveja... Valen para jugo, eso sí: con un poco de apio y nada más. Valen para sofrito y cualquier pasta boloñesa se transforma en una experiencia casi mística. Valen - ¿como no? - para gazpacho, con pan viejo, vinagre, ajo y lo que haya a disposición: si no hay pepino, también sirven el melón o el calabacín. Los
cherries, por vario-pintos que sean, puede que te den menos opciones: con mostaza o con sal o sin nada, en plan pa' picar. Pero el encanto del asunto es cuando sales al huerto con colegas o con algo de hambre antes de la hora de comer y con el vaso de vino ya en la mano. Vas recogiendo y comiendo como harías con las frambuesas. Como mucho, cuando te has zampado todo lo que podías, llenas un pequeño
tupperware y lo traes de vuelta pa' la queli. Pero no dan ganas ni de cortarlos, ni de saltearlos, ni de hacerlos papilla. Como que... no. Bueno, mucho hablar pero al fin y al cabo, son tomates. Que cada uno se los coma como le de la gana. O el hambre.
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carpaccio de tomate y calabacín, orégano fresco y basse-côte ; salteado de 'catalana' de Ca la Rossa, coeur de boeuf y cebolla lila ; classic hamburger del huerto, queso de oveja y... pan industrial!!! :( |
Cucurbita pepo, Capsicum annuum y los demás: el calabacín ya salió como LA gran estrella Hortraveling en unos capítulos anteriores. Que sepan que su liderazgo, por lo menos en términos cuantitativos, no da señales de que se podría llegar a cuestionar a corto o medio plazo. Así que, día sí día también, cosechamos calabacín, acumulamos calabacín, regalamos calabacín, soñamos calabacín, preparamos calabacín y comemos calabacín. En sopa o en crema, relleno al horno, planchado, en gazpacho o sopa fría, en risotto, en carpaccio... No hay manera de acabárselo ¡Nunca! Hay hasta unos mytologo-lógos que han llegado a la conclusión de que el mismísimo Sísifo, montaña arriba, empujaba no una piedra sino un calabacín gigante. Bueno, es como lo de
Jesus vivió en la India: una teoría de estudiosos que merece ser considerada, por lo menos un día con el café o fumando un piti...
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en nuestro huerto permacultural, todo crece donde y como le da la gana... |
Por lo del carpaccio, una sugerencia que le debemos a L., una querida amiga de las antípodas: una vez lavado y pelado, se ralla el calabacín en tiras anchas y largas (idealmente, se hace con pelador). Se disponen de manera elegante en un plato, se mojan con el zumo de un limón y se aliñan con sal gruesa, semillas de cilantro y un poco de aceite de oliva. Finalmente, se les corta encima y bien finitas unas hojas de menta fresca antes de dejar marinar un par de horas en la nevera. Se sirve tal cual, de poder ser con un vino blanco (afrutao pero no demasiao). Un
perro verde - por ejemplo ¡eh, aquí todo se propone, nada se impone! - puede ser muy indicado si está al alcance. En su defecto, un
Tariquet tipo
premières grives o algún
Jurançon, para quedarnos de este lado del Pirineo, harán el trabajo con mucho estilo... A ver, que más les podemos contar que no sepan ya? Que esto tan solo es la parte sana de lo que nos zampamos por aquí. No salen en estas columnas la de patos y demás cochinadas que pasan por nuestra
barra/mueble de cocina casero. Ni los atracones de queso esporádicos que nos regalamos con cierta frecuencia. Ni la poca actividad física con la que compensamos todo esto... Aunque después de un verano de muy poco ejercicio (por suerte parece ser que el estrés adelgaza; al menos funcionó para nosotros...) parece ser que el otoño nos da una segunda oportunidad.
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¡que no falten flores en la mesa! ; crema de calabacín, gengibre y salsa de soja ; carpaccio de calabacín 'alla Australiana': limón, cilantro y menta fresca. |
Como dice un chico simpático pero en ocasiones algo negativo (o sencillamente, muy filósofo) y que conocimos hace poco: "
Si te pierdes el primer tren, es probable que pase otro para ti, pero te costará más subirte. Y si te esperas al tercero, puede que lo pilles igualmente, pero sepas que costará. Y dolerá!". Desde
Un(t)raveling, les queremos comunicar a nuestros lectores que no estamos bien bien seguros de lo que significa - o pretende significar - este dicho, pero les mandamos a todos un fuerte y cálido abrazo. Y con esta bonita flor, nos despedimos hasta el próximo capítulo, en el que se vislumbra ya el invierno, sus golpes de frío en las contrapuertas, sus calabazas y sus ricas conservas...
Así que eso será todo para hoy: ya pueden apagar el ordenador y volver a sus asuntos urgentes. ¡Arrivederci amici!
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y les dejamos con este pequeño teaser del próximo capítulo...
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