una tregua navideña (fica bem...)
Recién vueltos de dos semanitas en nuestro querido país vasco y de un par de días por el centro de Francia*, aterrizamos en casa cansados, exhaustos, petados, fatigados y agotados. A ver, eso del cansancio ¿no se acaba nunca o qué? Antes de caer enfermos, nos reunimos para decidir - como aquellos que salieron de sus respectivas trincheras para cantar cánticos por estas mismas fechas el siglo pasado - celebrar una (merecida) tregua navideña.
el cuarto de baño libre de amianto ¡y con 2 puentes térmicos! |
- si bien no era nada de otro mundo, la primera resultaba ser MUY útil para poder luego avanzar el futuro cuarto de baño de la primera planta. Se trataba de quitar el resto de tubería de fibrocemento que quedaba de la antigua taza del water: un codo a 90º empotrado entre el falso techo y la pared, horrible, viejo y medio desconchado. Tras vaciar el cuarto de baño de la planta baja de nuestras cosas y reventarlo (el codo de tubería, no el cuarto de baño!) con martillo y mascarillas, pudimos extraer fácilmente los trozos y evacuarlos todos, no sin haberlos envuelto en triple capa de bolsas de plástico celladas con cinta americana... Con este paquete - y el correspondiente viaje al centro provincial de almacenamiento del amianto - nos quitamos de encima ya todo el peligroso material de casa, podiendo así empezar una nueva vida sin escalofríos ni pesadillas. La contrapartida se nos reveló a la noche del mismo día: dos agujeros enormes, por donde se escapaban irremediablemente todo el vapor y el poco calor que se lograba generar en el cuartito. ¡Adios hammam de nuestros más dulces sueños! El agua sí salía muy caliente y duchar se volvió una actividad algo más soportable, pero por lo que era de la temperatura del aire, aun nos faltaba para las 5* Gran Lujo.
un clásico del DIY un(t)raveling: los muebles de palets! aquí estanterías eficaces y robustas, con poco tiempo y un toque envejecido rústico. |
jardín invernal con cada vez menos hiedra, un saúco y un avellano a medio podar y con Joan Manuel, el joven ciprés en su rincón románico. |
pequeña victoria sobre la entropía: hangar ordenado y limpio desde el almacén de maderas hasta el salón-comedor de verano. |
la cocina, versión navideña: con el precioso dodecaedro estrellado recibido (con mermeladas y una calabaza) a cambio del viejo calentador. |
Dicho eso y siendo "fríamente" realistas (nunca mejor dicho, ¿verdad?), tuvimos que reconocer que - sin sorpresas - el entusiasmo y las ganas de reencontrarse no lo podían todo ; de que existían unos mínimos de comodidad indispensables para la convivencia de cuatro adultos, ni hablar de la de seis adultos y dos niños ; y de que lo que en verano se puede gestionar fácilmente desde el hangar y bajo el sol, en invierno se vuelve algo más delicado. Aun así, les agradecemos muchísimos a A., M., C., L., J.-B. y A. su flexibilidad, su resiliencia y su buen rollismo ante una situación que anunciamos de antemano pero que igualmente era... demanding.
Lección aprendida, nos esperaremos pues a que vuelva el buen tiempo y/o a que la obra de la primera fase esté del todo terminada (o casi) para recibir más visitas.
¡Para el bien de todos! ;)
Con esto y con un gran abrazo
para entrar bien en el año
nos despedimos.
Volveremos en 2018
con más aventuras
¡Les queremos!
para entrar bien en el año
nos despedimos.
Volveremos en 2018
con más aventuras
¡Les queremos!
F. & W.
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* Esto de las escapadas por el 63 (#ClermontFerrandrepresent), habrá que contároslo un día también. - ¿Contar Oslo? pero ¿Que tiene que ver Oslo con Clermont-Ferrand? se pregunta el otro que no se entera mucho. Y con la paciencia que nos caracteriza, le contestamos: - El frío polar, tienen en común. - ¿un Oslo polar, en serio? ¡Nunca hubiera imaginado que se puedan avistar osos polares en el Puy-de-Dôme! etc. etc. etc. La conversación puede seguir así por horas. No es mala persona pero a veces, no se entera. Y dice el Budista que no hay nada al fin de la pacienca: al fin de la paciencia, hay paciencia...
** Acerca de estos 6 primeros meses: pues sí, aunque nos parezca mentira o simplemente difícil de creer, ya llevamos unos 183 días, es decir la mitad de un año, desde que nos entregaron las llaves de esta gran y bella ruina de nuestros sueños. Medio año home(t)raveleando, y nos asombra ver fotos y recordar como estaba aquel 29 de junio. Sabemos que tardaremos muchos años más, pero también aprendimos que incluso para llegar al fin del mundo, hay que dar un primer paso y salir de casa… Así que, ¡seguimos caminando!
** Acerca de estos 6 primeros meses: pues sí, aunque nos parezca mentira o simplemente difícil de creer, ya llevamos unos 183 días, es decir la mitad de un año, desde que nos entregaron las llaves de esta gran y bella ruina de nuestros sueños. Medio año home(t)raveleando, y nos asombra ver fotos y recordar como estaba aquel 29 de junio. Sabemos que tardaremos muchos años más, pero también aprendimos que incluso para llegar al fin del mundo, hay que dar un primer paso y salir de casa… Así que, ¡seguimos caminando!