El chaton vert tal y cual. |
Pero de día, entre el rico yogur con cereales de la mañana y la rica sopa de verduras de la noche, nos escapamos al muy cercano Val de Sourn para susurrar al oído de las paredes. Ejem... Este trozo de verde en el paso más estrecho del recorrido del río Argens es un lindo rincón para escalar. Desde apenas el espacio justo para arrinconarse al borde de la carretera sombría, el escalador necesitará el tiempo de un suspiro para llegar al pie de las vías. Estas resultan largas, contínuas, entretenidas, bellas y pobladas de paisajes de otros planetas gracias a las formas que se dejó hacer esta caliza blanda y amarillenta del Château. Los numerosos parquins (muy limpios) aprovechan cualquier curva del río o pequeño circo de la pared y permiten alojar las multitudes de aficionados que llegan al Val por autobuses enteros. Si si, ya verán! La pernoctación queda estricta- y clara-mente prohibida - como la acampada, el bibac o la celebración de asados salvajes. Pero aún así, algunas mesas de picnic en una playa de césped tierno invitan a la masticación y la deglución contemplativas. Y si sus tripas lo requieren podrá el escalador, apenas caminando unos metros, liberarse del peso de la existencia en unos lujosos y modernos váteres secos que la consejería regional ha puesto a disposición de los visitantes. Allí bajo sus pies - y mediante un ingenioso dispositivo patentado - unas lombrices de California esperan sus donaciones para compostarlas sin prisa, pero sin pausa.
"Desde la carreterra hasta el pie de vía ¡menos de un minuto, tronco!" |
Para nuestra primera mañana por allí, sin guía y sin mucha idea, contábamos con alguna cordada para recomendarnos unas vías, o mejor incluso, dejarnos ojear su guía. Pero no encontramos una cordada sino unas quince o veinte esparcidas por la pared. Como hormigas en su rusco (no pierdan tiempo con detalles, los autores de este blog son veterinarios y sus conocimientos antomológicos son de fiar…), jóvenes de constitución sana y de pelo muy corto subían y bajaban todo el rato de un gran autobús azul oscuro con el siglo del Armée de Terre, subían y bajaban todo el rato por los 50 metros de camino empinado, subían y bajaban de todas las vías de alrededor en un zumbido aturdidor. Buscamos al que parecía ser su reina: un señor de edad respetable con pelo plateado y gafitas progresivas colgadas del cuello, a quien todos decían "Si Major!", "No Major!" o "Las 10 y cuarto Major!". Le saludamos y le preguntamos un par de cosas, hasta que no solo no prestó unas fotocopias de la reseña sino que al cabo de un rato, cuando un chaval se lo devolvió, nos pasó el documento original.
Un V anónimo pero que no dejaba de subir y subir y Le fil d'Ariane. |
En lo alto de la arista este, ole pues! y la línea de Arielle. |
Al día siguiente, nos dio por probar otra zona aún más cerca de la carretera. Prácticamente se podía asegurar sentado en la cama! Después de un par de 6a y un V+ de dos largos encadenado de un tirón por Wallis, seguimos la línea elegante y aérea del Fil d'Ariane 6a+ antes de sufrir en Verglas d'été, un 6c+ plaquero infernal. Cayeron luego Indiana Jones , 6b+ a vista y Paf le chien 6b+, cuyo resalte final se resistió. Un par de intentos poco dignos en El dülfer del enano de los acantilados, 6a (???) nos confirmaron que el grado es algo muy relativo y que lo importante es el gesto. Bueno, y el disfrute. Bueno, y participar, por supuesto.
A la noche, después de unas duchas prohibidas en un rincón de los parquíns de la zona (y con jabón ecológico, no vayan a pensar que dejamos rastro…), volvíamos al encuentro de nuestro gato (que cada noche se sorprendía de vernos volver, nosotros extranjeros!) para escucharle los cuentos.
No comments :
Post a Comment