Friday, September 5, 2014

(en algún lugar) más allá del Arco iris…


A., su castillo, su plaza mayor con bicis, sus callejuelas con bicis y... su fauna endémica con bicis.
Llevamos en A. un poco más de tres semanas ya. En la orilla norte del Lago di Garda, rodeada de montañas, la pequeña ciudad recogida al pie de su castillo encaramado (a un rocote tan empinado e improbable que recuerda a aquellos que dejaron los Catarros por nuestras tierras, antes de desaparecer en silencio de la mano amorosa, misericordiosa y ardiente de la iglesia católica. Que descansen en paz) no tarda en revelar al visitante su verdadera naturaleza. Se trata en realidad de alguna especie de Disneylandia: un parque temático completo y rebosante de actividades y atracciones, todas dedicadas al ocio outdoor y al deporte de montaña. Es el sitio después de Amsterdam donde más bicis hemos visto, solo que aquí, todas son Scott y Canondale. Nada de austeros y cómodos cuadros de metal negro, nada de retro-pedalear: el culto dominante aquí es un BTTismo ortodoxo y en su panteón, se hallan Freno de disco y Suspensión integral, sentados a la derecha del Cuadro de Carbón. Y si bien todos los devotos van con el forro de piel en la parte más noble de las mallas, el chaleco de lycra transpirante windstopper con el dorsal de-alguna-compe-del-fin-de-semana-pasado y el casco de policarbonato en su sitio, vale la pena destacar que uno de cada tres b(tt)eatos también lleva la GoPro pegadita encima de dicho casco, para así poder grabar sus trepidantes pedaleos por las callejuelas adoquinadas, entre el camping Zoo y la pizzería de la Piazza Maggiore!

A. y sus mercantes del templo.
Como cualquier religión, el Outdoorismo necesita sus lugares de culto y... su mercantes del Templo. Desde este punto de vista, A. con sus 17.000 habitantes regulares está más que bien dotada, por no decir que le lleva la medalla de oro a Lourdes: no son menos de 11 las tiendas dedicadas a la escalada y el deporte de montaña, tan solo en la calle principal. El resto de tiendas son, paradójicamente, pizzerias y heladerías (si nos pueden nombrar una sola "gran" religión que no se pierda en sus propias contradicciones, no se queden quietos por favor; véase por ejemplo "Dios te quiere pero si fallas, te mandará a arder al infierno para la eternidad" o "Ama a tu hermano, sálvale y conviértele a la Verdad Del Libro pero si se resiste, descuartízalo como el perro que es!" etc.). ¿Quién se esperaría de una Meca del esfuerzo al aire libre y de la vida sana, que sus peregrinos se entregasen diariamente al acto piadoso de reponer calorías en forma de grasas parcialmente hidrogenadas después de sus grandes hallazgos del día? En fin... En cuanto a la escalada, es cierto que pocos sitios hemos visto en nuestras ya no tan cortas vidas donde, desde la plaza mayor del pueblo, uno se puede ir en menos de 20 minutos caminando a una buena docena de sectores (de bloque, de deportiva, de larga, e incluso de clásica de la chunga). Es bien sencillo: hay más de 1000 vías alrededor del pueblo y más escuelas a menos de media hora en coche que en el resto de Italia. Eso sin hablar de las vías ferratas, sectores de psicobloque sobre el lago y del ya famosísimo spot de salto base del cercano Monte Brento... Si las reseñas de escalada local se llaman como en el resto del mundo, biblias, hay que reconocer que se parecen más bien a los imponentes volúmenes del Mahābhārata que al modesto Nuevo Testamento. Y mirado desde la perspectiva de A., Rodellar o Siurana son poco más que unos rocódromos de barrio - perdón, Catalunya querida, perdón Aragón de mi corazón: aquí la tectónica y las fuerzas telúricas juegan en otra liga! Azí que zí: en agosto la pequeña calle mayor se convierte en La Pasarela. Quien no va con los logos de Montura, Patagonia, Salewa, Mammut, Edelrid, Petzl o La Sportiva esparcidos por el cuerpo es un Don Nadie; quien no se ha dejado unos 600 euros de ex voto en la compra del uniforme de peregrino es un pagano, un villano o un bárbaro. Los hombros y las espaldas que uno se encuentra por la calle, bien sean de tíos o tías, dejan poca duda acerca de si llevan las marcas para presumir o porque le pegan duro a la escalada. !son ambas cosas! y el castigo que imponen a sus articulaciones y músculos poco tiene que envidiar a las flagelaciones y mortificaciones rituales de otros tiempos. Por Si no fuera suficiente, nos toco presenciar, el fin de semana pasado, el Rock Master: una de las compes más famosas del mund(ill)o, que atrae a todo el Who's who? de la escalada en resina. Como resultado, hubo una multiplicación exponencial sino de panes, pues de prendas sintéticas ceñidas marcando cuerpitos atléticos. En esta ocasión, el milagro vio multiplicarse los bombones fibrados. Salida de Dios-sabe-qué-Botafumeiro, una nube de magnesio flotaba por las calles y uno se preguntaba si el leve olor a almizcle venía de los musculosos sobacos o del humo mismo.

 Venga, una pequeña parábola para ilustrar el argumento: el viernes a la noche, mientras estábamos trabajando en el recién publicado About Un(t)raveling en la terraza desierta de un pequeño bar fuera de horario - pequeño bar que adoptamos oficialmente como nuestro bar de la esquina y no sin cierta legitimidad ya que dormíamos en la furgo aparcada a unos 30 metros, en el único parking gratuito del centr de A. -, Wallis levanta la mirada y dice lacónicamente "Oh! Mira, es Adam Ondra". Levanto la mirada y veo a un chaval flaco y ruludo atándose los cordones al pie de su VW Multivan. Corre la puerta lateral, le da al Piup Piup del cierre electrónico, se da la vuelta y nos da una sonrisa antes de irse como si na da. Era Adam Ondra. No cualquier chaval flaco y ruludo que se le pareciera un poco de espalda. No, era Adam Ondra. Aquí en A., para quien tiene fe, semejantes apariciones pueden ser frecuentes! Y puedo asegurar que también estuvimos conviviendo con muchas otras deidades de este calibre. Solo que no les conocemos el nombre, ni el rostro.
A., bajo los focos de la pasarela, deportistas que no paran nunca, parkings de pago y maniquís que marcan tendencia.
Mucho habría que decir también de las furgos y auto-caravanas de la peña por aquí. Nuestro querido TRANSITion! (igual que nuestras camisetas de marca blanca un poco llevadas ya), era el hermanito pobre, por no decir tercermundista, de una armada de Californias, Multivans, MarcoPolos y demás Hymers o Adriás a cual más nuevo y centelleante... Al dejarlo aparcardo por allí, no temíamos tanto que nos lo atracaran, sino que por primera vez leíamos en las miradas ajenas el miedo pánico al hombre del sur en su furgoneta de paleta que entra a robar los tesoros del hombre de bien(es) Norte-Europeo. Los peregrinos en bici no han pedaleado miles de kilómetros para llegar a este Compostela dolo-mítico. Han llegado en camper-van por la autopista que atraviesa Austria de norte a sur, han aparcado en uno de los campins y han bajado las bicis del remolque que llevan detrás. Se trata de hacer deporte pero sin cansarse demasiado, no vaya a ser que la GoPro te pille con hojeras o una gota gorda. Cuando llega uno a pie de vía, pues tres cuartos de lo mismo: todo es un silencioso y ostentoso espectáculo de arneses, mosquetones, cuerdas y cintas exprés nuevos de trinca. Todo este material brilla in situ como en los escaparates donde parece que todavía estaba un par de días atrás. Como bien explica Aldous Huxley en su Heaven and Hell, los colores brillantes que resplandecen inmaculados en los altares, los objetos de culto y la vestimenta de los sacerdotes, son una manera de expresar lo sagrado y lo divino, de provocar el trance y trascender lo profano. Como las velas, los cristales y los espejitos, elevan la mente hasta las antípodas, donde el Misterio nos lleva de la mano... Entonces, estos escaladores, o bien han llegado en avión ayer, o bien les acaban de robar. Pero está claro que lo han tenido que comprar todo para poder practicar el rito con ciega devoción. A la que aparece el sol, todo se enciende en mil relámpagos y fuegos artificiales: un Arco iris de aleaciones de aluminio, inox y carbón. Si existe un glamour escaladil, en agosto anda por el norte del Garda!

¿Y nosotros aquí en medio, qué pintamos? se preguntarán... Pues a los pocos días de llegar nos cayó del cielo una macro-traducción de estas de agosto: muy urgentes muy urgentes y que nadie está dispuesto a hacer. Eso en el fondo nos iba muy bien, ya que en nuestra situación de nómadas más analógicos que digitales, algo de trabajo freelance siempre es bienvenido. Arrancamos con el proyecto en un rinconcito de la empresa familiar de herrería y soldadura de un host de Couchsurfing. D., la treintena sonriente y la barba arregladita, nos prestó ayuda poniendo a nuestra disposición un escritorio, un enchufe y un poco de su wifi. Eso nos dio margen y nos permitió inventarnos como pudimos una rutina, fabricada a base de:
Oficina, ducha, oficina, ducha.
  • el simpático bar de la Signora Ginetta, para desayunar con wifi, capuccino y croissant, lavarnos la cara y los dientes, y trabajar toda la mañana. También nos vino de maravilla para conectarnos algunas noches "fuera de horario", aparcados delante o sentados en la terrazita tan propicia a las apariciones de dioses de la escalada. Los abrazos y la plantita que le regalamos al irnos le emocionaron bastante y hasta pareció que nos iba a echar de menos, un poco. Inconveniente: el bikini de las 11, mojado en el caffé macchiato, sale carito en base diaria.
  • la pequeña iglesia con cementerio, olivos y cipreses a unos 3 kilómetros del centro. Ideal para ducharse bajo los olivos, cocinar, fregar platos o recibir amigos. Y como no, recargar el bidón de agua a la fuente y pasar una noche de cada 2 o 3, para no llamar demasiado la atención. Inconveniente mayor: allí vive la mayor población de zanzare tigres del Trentino Alto-Adige, lo que hace las estancias dolorosas y los estigmas, ardientes.
  • la biblioteca municipal, con lavabos, enchufes y wifi gratis. Con su horario de tarde, es el complemento ideal del bar de wifi de la Signora. Los funcionarios tienen una pequeña afición que puede sorprender pero resulta divertida: te rehacen la tarjeta de biblioteca cada 2 días y te vuelven a pedir el nombre, el DNI, el lugar de nacimiento, los estudios y la residencia principal cada vez, aunque presentes la tarjeta anterior. Llegamos a sospechar que tienen un extra de sueldo por cada nuevo feligrés. Inconveniente: a parte de eso, aún no hemos encontrado.
  • el supermercado con parking en la orilla del Lago di Garda. Genial para comprar comida e ir a nadar después de un largo día de trabajo o de escalada. Conveniente para cocinar y comer aunque llama un poco la atención. Inconveniente: ruidoso y no da ganas de quedarse a dormir ni dejar la furgo solita demasiado rato...
  • los pueblecillos de N. y Dr., muy tranquilos y encantadores. Cuentan con parkings con vistas, cementerios y polideportivos adecuados para pasar una noche y recargar agua. Inconveniente: las bibliotecas tienen un marcado carácter rural. Entender que el horario no es el escrito en la puerta sino el que le viene bien a la encargada y el nivel de contaminación sonora es más de un bar-granja una noche de partido que de un lugar para estudiar...
  • y por supuesto la furgo, donde uno puede cocinar, comer, dormir, hacer siesta, trabajar, enchufar el ordenador y lavarse los dientes sin moverse de sitio. Inconveniente: después de mas 60 horas seguidas, existe un serio riesgo de caer en la demencia o sucumbir a la tentación del precipicio, que por desgracia abundan en la zona.
Al final, el secreto de trabajar como auténticos nómadas freelance, parece que está en encontrar la justa i equilibrada combinación entre estas 6 opciones. Como un enólogo elaborando un buen Cava, la dosificación exacta - el "coupage" - se alcanza a base de ensayo-error, de mucha cata y de experiencia acumulada. Cuando uno obtiene el adecuado nivel de ergonomía, el proyecto está llegando a su fin ya y solo queda entregar y facturar. Así que aquí estamos: recién libres y disponibles para dedicarnos nuevamente al arte de escalar. Y como habrán adivinado, aquí estamos, con una previsión de lluvia y tormentas para los próximos 5 días! (aunque para ser totalmente justos, estuvo diluviando también durante las semanas que trabajamos intensamente en la traducción). Un(t)raveling, o el arte de no poder escalar cuando podemos… pero eso sí, siempre, de disfrutar mientras podamos!
A., su oferta de turismo activo, su lago a la hora del baño, el estilo de sus escaladores y... el estilo Un(t)raveling.


Los autores de este blog, fieles a su política (explicada en un artículo anterior),
quieren hacer constar que en 3 semanas, no estuvieron en campin más de un día
para ofrecerse los lujos de una ducha caliente y una buena recarga de batería(s)!

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