Thursday, August 4, 2016

Hasta el fin del mundo (2 de 8)


... Berlin - Riga: el duo dinámico de la D.B.


Empezamos, pues, el resto de nuestro largo no-viaje por la vida (y por tierras y por mares) en un tren lujoso* y muy limpio de la Deutsche Bahn con rumbo a Warszawa. Eso de empezar el resto de nuestro no-viaje por la vida, que conste que lo hacemos cada mañana. Mucha gente lo llama cotidiano, a veces sin mucho entusiasmo y hasta en ocasiones, con desprecio. Pero el no-viaje al fin y al cabo, es proponerse mirar un poco con esta misma mirada boba de mochilero eufórico cosas como el mercado de cada sábado en T.-sur-A. (y no solamente el del fondo de la Cochinchina o donde Krishna se dejó la alpargata al salir del baño) ; es decidir que te vas a comer la tortilla de patatas del huerto con la misma fascinación y el mismo frescor en las papillas que si de una papaya salad de por allí se tratase. Y que al estar por allí, recibirás el cotidiano con la misma sonrisa tranquila que en casa, sin necesitar que cada día sea un derroche de consumir gente, lugares, productos y servicios puestos a tu alcance para tu disfrute guiríl. En fin, si empezamos así, no llegamos ni...

emprediendo una vez más el resto del no-viaje e inmortalizando el momento!
Mientras tanto, estamos rodando hacia Warszawa en un silencio que tan solo perturba el txucu-txucu de los ejes. Y, bueno... también lo perturba bastante, si hay que serles sinceros, una discusión en inglés -tragicómica y algo molesta- entre el revisor alemán y dos piltrafas hispanohablantes que pretenden ir de listos. Allí vendiendo la marca España por Europa, ¡Ole! Los llamaremos el Duo Dinámico (DD). Viajan sin billete. Bien. En un tren internacional, claro. Unos auténticos genios. En la otra esquina, con el uniforme impecable i el bigote convencido de quien cumple su deber: el revisor de la Deutsche Bahn (que llamaremos DB). Los DD le cuentan en un inglés macarrónico a DB que le dieron sus últimos 60 euros (cada uno) a un desconocido en la estación para que les comprara los billetes en la máquina y el tío les dio "eso" (le enseñan a DB dos folletos del horario del tren) y pues, se pensaron que era el billete y ahora, claro, no les queda un duro:

"Pero quiere decir usted que eso ¡no son billetes de verdad? y ¿Qué significa eso, señor revisor? 
¿Que nos estafó esta persona allí? pero ¿Qué haremos entonces?
Usted nos tiene que ayudar a recuperar nuestro dinero y a lavar nuestro honor!"

Etc., etc., con gemidos y muecas incluidos. DB respira hondo y les repite a DD que eso no es un billete y que sin billete, no se puede viajar en este tren. Que la opción número 1 es comprarle a él, ahora, dos billetes, que costarán 70 euros por cabeza. Entonces los DD vuelven a empezar: ¡que sí que han comprado billetes! le dieron sus últimos 60 euros (cada uno) a un desconocido en la estación para que les... ¿Os suena de algo? Ya... A nosotros también. Estoico, DB explica que eso no son billetes y que -opción númer 2-, de no poder o no querer comprarle billetes a él en el tren, no solo van a tener que bajarse en la próxima, sino que también se les multará allí por viajar sin billete.

cuando entras en otro país y todo resulta más chulo en blanco y negro...
Y los DD que hacen: se ponen a llorar que ¿cómo? ¿una multa? pero... que si no tienen más dinero porque se lo gastaron todo para comprar estos folletos de horario billetes, y fueron víctimas de una estafa en la estación y en lugar de ampararles, la institución de la Deutsche Bahn les pretende hacer más precario aun... Por suerte, DB está hecho un maestro zen ya: sin enfadarse, les da información valiosa sobre toda la multitud de problemas que les espera allí donde pare el tren. Y los DD -que mientras tanto han reclutado a un grupo de compatriotas pos-adolescentes de pocas luces que se improvisan intérpretes piltrafa-inglés para ayudarles- se empiezan a sentir tan orgullosos de ser el centro de atención del vagón (y de haber juntado a su alrededor a semejante manada de chiquillos ansiosos de prestarles auxilio) que les revelan a los chavales, con guiños entendidos y muecas de comedia dell'arte, que se están quedando con DB y que ¡Ole! lo bien que se lo montan para viajar gratis, ¿verdad? Nosotros interrumpimos acá su programa para comunicar nuestra posición al respecto: insistimos en que, si vas a subirte a un tren con la intención de no pagar, uno: no lo hagas, y dos: de verdad, no lo hagas. Ahora, tres: si lo vas a hacer, y sería mejor que no lo hicieses, usa tu criterio para elegir bien la linea. Que no incluya, por ejemplo y para empezar, un cambio de país y/o una frontera física. Que no sea, evidentemente, alguna vez en la que te encuentras con la firme intención de llevar alguna cosa ilícita encima -lo que tampoco recomendamos, por supuesto. Que no sea un día en el que tienes prisa o algún compromiso, tampoco.

Pero bueno, con la tontería, nos entretienen casi hasta la frontera y la llegada a Warszawa no pilla desprevenidos. Mientras Futuna se había adentrado en la resaca de sus recientes vértigos, Wallis mantenía (y aguantó un buen par de horas) una conversación en alemán con una mujer rusa en estado de carencia relacional y de choc pretraumático: casada con un Alemán y llevando años en Alemania, volvía a la idealizada y amada patria por primera vez en años. No hablaba inglés, estaba tan emocionada como angustiada, tenía que hacer cambio con demasiado equipaje y no sabía bien ni cómo ni dónde con todo esto.

el skyline local desde la estación central: clase al gran estilo Gotham City.
No se le ocurría nada mejor que ladrarle todo su estrés del momento en ruso al joven revisor polaco de turno -al que escuchar agresividad redirigida en el idioma del gran vecino invasor, le provocaba un terror y un rechazo arquetípicos: ¿cómo no? Bref, una tragedia de desencuentros y despropósitos en toda regla, que Wallis procuraba arreglar con los recuerdos de aquel semestre de alemán que tomó en 2002, sacados de Ford sabe qué sútil circonvolución del cortex de la memoria. Al abrir ojo, Futuna le miraba con una admiración, enamorada y absolutamente boba, pensando algo así como: "Pero qué maravilla de mujer... ahora como no cargue con la mochila ya y se baje del tren pitando, va a terminar en Moscú con ellos o en el vagón-cárcel con los dos piltrafas de antes".

¡Warszawa! Arropada con Historia contemporánea, fruto del amor entre una sirena y un pescador, dónde resuenan nocturnes de Chopin y ruedas de monopatín en los adoquines... ¡Cúanta riqueza, cultura, historia, arte, belleza! Por desgracia, solo estuvimos por los alrededores de la estación unas horas de la tarde y hasta bien entrada la noche, cuando un autocar Lux Express nos recogió y se/nos lanzó carretera arriba: con rumbo al norte y nada menos que la promesa de un romántico desayuno en Vilnius. Larga noche de piernas dobladas en butacas de terciopelo cansado y de pelis dobladas en polaco, en pantallas de LCD diminutas. La llegada a Vilnius una hora y media antes de lo esperado pintaba a buena sorpresa, a pesar de la llovizna fina y helada que caía. Resultó ser que la estación de buses "Panorama", no estaba cerca del Centro, sino cerca de un Centro Comercial periférico e incomunicado, pero cuyos lavabos (lujosos) y cuyo único-bar-que-vimos-abierto (con croissants recién horneados) cumplieron con lo esperado y nos hicieron más felices que a la Rizitos de oro la casa de los tres osos.

arquitectura contemporánea-concept en Warszawa: farolas "cuchara sopera china", wavy shopping-mall y re-cuchara.
El bus que retomaba el servicio a partir de Vilnius era idéntico y el viaje fue, sino más cómodo, al menos más corto (dormido, todo se te pasa rápido). El paisaje nos llamó la atención al parecernos muy nórdico ya: dominación incontestable del abedul en el paisaje. Muchos árboles abedules; mucha agua bajo todas sus formas: lluvia, evidentemente, pero también ríos, charcos, lagos, riachuelos, marismas, pozas, canales... Así que reflejándose y casi deslizándose por la superficie de tantas aguas, el bus nos dejó finalmente en toda la gloria de un mediodía inesperadamente soleado en pleno centro de Riga. En las espaldas las mochilas y en mano, el último bote de nuestro ya famoso chutney de tomate verde (casero, del huerto, seguramente orgánico y sin duda hecho a mano y con amor), regalo para nuestros hosts de Couchsurfing, tan simpáticos como veganos, nos lanzamos hacia su casa y a descubrir la ciudad...

lo que más se exporta de la marca España: duo dinámico y... ¡trio español!
(encontrado en un supermercado de Riga)



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10 duros el kilo

Nuestra sección especial (hashtag 20 francs le kilo) para los fans de números, los preocupados por el presupuesto o los que tienen curiosidad por hacer camino sin aviones... Encontrarán aquí, pues, la verdad, solo la verdad y toda la verdad (redondeada y sin comas, eso sí):

 - *Berlin-Warsaw (tren Deutsche Bahn): 6 horas / 600 km / 65 (x2 personas) 130 euros.
 - Warsaw-Riga (autocar Lux Express): 15 horas / 750 km / 30 (x2 personas) 60 euros.

En total: 1350 km y 190 euros, o sea unos 14 céntimos de euro por kilómetro (y por cabeza) y 1 noche menos de las que preocuparse...



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