Tuesday, October 4, 2016

un poco más lejos aún... (4 de 8)

Ninjas, cabras y tiranos:
un regustín a Japón feudal.


¿para qué tardar 2 horas en shinkansen si puedes tardar 7 en trenes locales?
Tras escapar de casa del tirano senil de Saitama que fue amigo de Syd Barrett y DJ trance en Goa, y tras ser rescatados por el político gató-filo descendiente de samurais que andaba por allí haciendo campaña con un megáfono en el techo de su coche Isuzu (por inverosímiles que puedan parecer estos dos personajes, ambos existen y cruzaron nuestro camino justo en el anterior capítulo de nuestras andanzas por el Japón...), nos subimos a unos trenes locales y nos entregamos al placido ronroneo del viaje con JR (no él de Dallas sino la de Japón, claro). Camino de Nagano, donde nos esperaba otra experiencia de Helpx, Futuna pudo practicar su hobby favorito dicho "de la meditación profunda", mientras Wallis practicaba alguna actividad que el narrador no puede contaros aquí, ya que se encontraba en un estado de separación MUY completa de la mundana realidad... Pero el tema es que después de muchísimos cambios (véase al lado) que nunca hubieran sido posibles sin el don de organización genuinamente flamenco de Wallis (y la imprescindible página web hyperdia), nos bajamos en el anden de la "mítica" organizadora de las olimpiadas de invierno del 1998. Por lo visto, eso de ciudad olímpica sigue siendo un uni-cuernio-de-abundancia - tanto aquí como en Cortina d'Ampezzo o Barcelona - y pasados unos cuantos años del suceso (más de medio siglo para la perla dolo-mítica y justo un cuarto para la perla catalana), se sigue especulando, comunicando y vendiendo la moto. También se venden peluches de la(s) mascota(s) oficial(es)*... Delante de la estación, mientras esperábamos que nuestro anfitrión/host nos viniera a recoger - cosa que hizo con unas 3 horas de retraso, pero no pasa nada - vimos como una pareja de locales muy bien vestidos nos miraban de reojo sin atreverse a acercarse.
Nagano, Alpes japoneses: vendiendo olímpicamente la moto desde 1998!
Cuando finalmente encontraron el valor para hacerlo, se pusieron a sonreír demasiado con una mueca que daba algo de terror. Habló el hombre, traje gris y corbata azul marino, para darnos la bienvenida, presentarnos a su mujer e invitarnos a cogernos las manos los cuatro y rezar juntos a Dios todo poderoso y el Cristo salvador para que nos inunde su misericordia. Hubo un momento muy raro en el que nos miramos con caras de ¿Y ahora qué rayos hacemos? Tras un ishin-denshin de medio segundo y mientras Wallis cargaba con su mochila, Futuna exclamó: "¡Oh! ¡Ese de allí es el coche de nuestros amigos!" y desaparecimos corriendo. Ford! Lo que hay que hacer para mantener una higiene de vida agnóstica: es más difícil aun hoy en día que lo de querer ser vegano. O fumador. En fin. Tu libertad empieza donde acaba mi proselitismo, o por allí...

Y de repente, llegó Joe-san. Había anochecido ya, que no era poco. Desde el primer momento, este profesor de inglés para niños (llegado a Nagano desde los EE.UU para los juegos y que nunca se había ido) nos trató con mucho cariño, como un padre. Y desde le primer momento, nos prentedió conquistar por el estómago. Al verle llenar en el supermercado donde nos llevó, un carro entero con montones de delikatessen medio japoneses, medio westerns, parecía que hacía la compra de una semana para diez o doce personas. Resultó que era para nosotros dos y para el primer par de días. Esa era su estrategia para compensar algunos de los aspectos más chungos del helpx bajo su techo. Para resumirlos: un rey-hijo caprichosillo, tiránico y psicópata, y una mujer caprichosilla, tiránica y maltratadora. Al fin y al cabo, contaremos poco de este helpx en el que pasamos dos semanas, atrapados entre las colas de varios tifones (y la intuición que él era un espía estadounidense o un testigo protegido exfiltrado bajo una nueva identidad). Cada día antes de salir a sacar malas hierbas o ejecutar cualquier idea de bombero de la tirana de su mujer, mirábamos las frías cortinas de lluvia y nubes grises deshilachándose sobre el valle, desayunando café recién molido y queso de cabra casero. Porque Joe-san, además de tener una vida ocupada y dos tiranos domésticos a los que satisfacer, ordeñaba dos veces al día tres cabras saanen cuya leche transformaba día sí día también y por puro entretenimiento, en un queso fresco que nadie se comía.

bievenidos a Nagano: el hall de la estación con un Futuna errante ; el nitbus local con una Wallis perdida en la traducción sus lecturas (de Tiziano Terzani).
Tal vez fuese el pequeño corral al fondo del jardín su último refugio entre el ruido y la furia** (y podría considerarse esto una alegoría del ente gritón-pataleón y de la cruel shoguna, siendo él el ruido y ella la furia). Y es verdad que toda la actividad diaria en esta granja en la falda del piemonte japoalpino giraba en torno a los caprichos de la jefa y del rey-hijo y - por suerte - en torno a las delicias con las que Joe-san llenaba nuestra nevera (y nuestras barrigas) a modo de compensación. En medio de esta locura, también teníamos un diminuto rayo de sol en la persona de Shino-san, estudiante en turismo y sostenibilidad atraída a este lugar por el bull-shitting online-marketing agresivo de la jefa, que vendía por las redes una "comunidad multi-cultural construyendo un eco-lugar donde crecer y aprender mediante el intercambio y la cooperación". Menuda patraña para un helpx moderadamente organizado en el que sacar malas hierbas era el parche para la falta de tareas más constructivas... A Shino-san, le gustaba comer y cocinar, con lo que conectamos inmediatamente, pasándonos horas cada día entre horno y nevera: aprendiendo, compartiendo, experimentando y poniéndonos las botas!
si tuviéramos que resumir a nuestra querida Shino-san en una imagen, sería esta!

A parte de limpiar el jardín, arreglar los vallados de las cabras y pasear con los dos golden retrievers, nuestras tareas incluían llevar la cocina para toda la familia. Muchas veces, la shoguna pasaba a la hora de comer o de cenar, escogía dos o tres de los platos que habíamos preparado y se los llevaba a su habitación para zampárselos con el pequeño tirano, dejándole al bueno del Joe-san la opción de sentarse a compartir el resto con nosotros - cosa que hacía con gusto siempre que podía, sacando para nosotros sus mejores botellas de saké, shōchū o cerveza y sus últimos experimentos de queso fresco casero. Al margen de lo rarillo que era el ambiente, nos resultaba bastante desagradable tener que presenciar las humillaciones cotidianas que sufría él por parte del rey-hijo de 5 años y de la shoguna. Lo más triste era constatar cómo, al no respetarle su pareja, su propio hijo tomaba el mismo camino, diciéndole barbaridades que no podía haberse inventado, sino más bien haber escuchado y repetir por mimetismo... En estos días, también realizamos a petición de la jefa una pequeña tarima de madera para un rincón húmedo y hundido detrás de la casa (a pesar de que el Joe-san opinara que entre la orientación norte y el metro de nieve durante los meses de invierno, eso no tenía futuro) y una bonita escalera de piedra que quedó bastante digna y fue objeto de orgullo durante al menos las siguientes tres semanas. Des-afortunadamente, no hay ninguna foto de recuerdo de estos dos proyectos que hubiesen encontrado un lugar privilegiado en las columnas de nuestra sección handmade with love.

okonomiyaki de Shino-san, sopa de verduras y ensalada griega Un(t)raveling.
Entre la lluvia que no paró y los caprichos de la jefa que nos asignaba un nuevo proyecto cada día, tuvimos UN día de descanso en las DOS semanas que estuvimos allí. Abandonados nuestros planes de excursión por los Alpes japoneses; olvidada la invitación de dos ingleses a pasar un fin de semana en su refugio de montaña; enterrados nuestros sueños de baños en el famoso onsen de Jigokudani, "el-de-los-monos". Si no tenéis la imagen en mente todavía, os saldrá en cualquier motor de búsqueda poniendo "onsen monos", fuese Bing o incluso Ecosia (!!!). Tant pis... Quedará en la lista del cubo para un próximo retorno al Japón. Para nuestro único día de descanso, pues, fuimos los tres a visitar la cercana ciudad de Matsumoto, famosa por su castillo del cuervo (Karasu-jō, siglo XVI), así llamado por su oscuro color y considerado uno de los más bellos e impresionantes del país. También destacan un hermoso puente rojo digno del de la peli de Imamura (aunque no sepamos nada de la intimidad de sus vecinos) y un museo de historia cuya variopinta colección cuenta con unos tesoros insólitos - como podrán apreciar aquí debajo. En un banquito bajo un arce, iniciamos a Shino-san a la ceremonia milenaria de tomar café con leche del Seven-eleven, tras compartir religiosamente los bocadillos de queso de cabra casero que Joe-san había metido, a escondidas, en nuestra mochila. De nuestras andanzas por el pequeño y pintoresco centro de la pequeña y pintoresca ciudad, sacamos fotos que a continuación les presentamos, sin enrollarnos demasiado porque una imagen vale más que mil palabras.

imágenes de Matsumoto: castillo y arte de la guerra ; calle de las ranas, amigo ninja ; puente rojo y aguas ¿tibias? ; samurais de turno ;
fetiche de Futuna con los kitsune hinari ; ídolo de la fertilidad (sin comentario) ; pez seco que recuerda el de Charles Cros (minuto 03:25).
Apenas llegados de vuelta a casa, nos tocó preparar la cena para la ogra y su criatura, hambrientes y malhumorados, e ir a la cama temprano. A la mañana siguiente, como castigo por este día tan ocioso, nos pidió que limpiáramos el gallinero mientras Shino-san (que sabía usar la máquina de coser), se vió atribuida - al gran estilo revolución cultural - la misión de tejer una gran manta de patchwork que se expondría luego en no-se-sabe-qué evento para el prestigio local de la jefa. Resultó ser que las gallinas padecián pulicosis severa (a Dermanyssus gallinae, un clásico que no parece conocer fronteras) y que Wallis sufrió una infestación instantánea, masiva y de generalizada extensión. A la jefa-shoguna-tirana, no le pareció útil hacerse cargo de la situación, ni disculparse por la mala gestión sanitaria de su averío. Se descargó de toda responsabilidad sentenciando que era una intolerancia a la leche de cabra y aprovechó la oportunidad para montarle una gallina un pollo al bueno de su marido, intimándole de deshacerse de ellas...

realidad "laboral" según helpx: Wallis luciendo lesiones de Dermanyssus gallinae en todo el cuerpo y Shino-san cosiendo en el turno de noche.
Finalmente, llegó el día de irnos, habiendo engordado cada uno su par o tres de kilitos, habiendo conocido a la dulce y encantadora Shino-san y habiendo respirado un poco del aire puro de los Alpes japoneses. Habiendo tenido, también, el privilegio de ojear, entre las novelas del corazón de la biblioteca personal de la jefa, la obra maestra y pilar de la educación de su psicópata de niño: un libro del self-entitled "Doctor" (PhD in psicología) James Dobson sobre cómo educar ¡a los varones! Noten, por favor y entre otras maravillas, el sexto apartado de su vergonzoso bodrio. Claro, entre todos los errores que puedes cometer como padre, el más terrible según él era el que te podía llevar a criar a un homosexual! "¿Cómo evitarlo?" What da fuck?? ¡Qué vergüenza de libro y qué vergüenza de persona! Aunque solo fuera por eso, nos costó mucho mirarle a los ojos a la hora de despedirnos de ella. Qué ganas de ostiarle, por favor...

ambiente en el valle: niebla chunga ; ambiente en la biblioteca de la jefa: "ciencia" chunga ; ambiente por el patio: humedad chunga.
También tuvo la mezquindad de ofrecerse para llevarnos a la estación al último momento por la mañana, justo mientras el Joe-san estaba ordeñando - asegurándose así de que no nos íbamos a poder despedir de él... ¡Oh, las maravillas del helpx! ¡Oh, ese arte delicado de penetrar repentinamente en el cotidiano de desconocidos, por bien o por mal! Mirando para adelante, siempre, y hacia la próxima parada: huimos con rumbo a un lugar remoto y mágico a unas tres horas de Kyoto, en la prefectura de Kyotango, en el extremo norte del Kansai. Pronto volveremos con aventuras, noticias, encuentros y choques culturales!

Mientras tanto, saludos, besos, abrazos, luz y el bien mayor!
Wallis & Futuna


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* Mascotas olímpicas: ¿somos los únicos en pensar que son ridículas, feísimas y todas muy tristemente similares, las mascotas olímpicas?

** El ruido y la furia: alegoría del rey-hijo y la mujer-shoguna ; tambien conocidos como "Dios del viento, Dios del trueno" en una representación local y famosa ejecutada de la mano experta del genial pintor y lacador Ōgata Kōrin, época Edo:




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