Thursday, February 27, 2014

Armas, dólmenes y hayedos

Cuando llega el fin de semana, y no nos tenemos que dedicar a maltratar el ganado para su bien, procuramos ir a tomar aire y adentrarnos un poco más lejos en lo verde vasco… Así pues, una linda mañana de febrero que no llovía a cántaros, cargamos bocadillo y cámara de fotos para cruzar el pequeño valle de Esterençuby, hasta las fuentes de la Nive y más allá...
Meseta y bosques de Irati, pescador de Truchas en el día de apertura y la Nive en sus fuentes.
La Nive nace entre unas rocas cubiertas de musgo, dibuja barranquitos en su camino valle abajo, refleja los puentes (romano, medieval y moderno) de Donibane-Garazi y, entre viñas de Irouleguy y prados con ovejas, desciende hasta Bayonne donde se encuentra con el Adour antes de desembocar en el océano. Todo esto, y mucho más, en tan sólo 80 kilómetros: la Nive es famosa por sus truchas que atraen aficionados de toda Europa, a principios de marzo, para la apertura oficial de la temporada de pesca… Se sirven salteadas en mantequilla, típicamente con una salsita de puerros y almendras. Riquísimas.
Dejamos atrás el restaurante "de las fuentes de la Nive" (el bien llamado) y emprendimos la subida por las empinadas caras norte de la selva de Irati, entre las hayas y las espesas cortinas de humo que, corridas por el viento, nos llenaban el coche de un olor a barbacoa… No se trataba de salvajes incendios, sino de uno los deportes nacionales por estas tierras y en estas épocas del año: el écobuage. Toda la vegetación que no se puede pastar - por incomestible-, ni se puede desbrozar - por la pendiente del terreno-, toda la zarza y el helecho seco, se queman después de la temporada de nieve y lluvias, antes de que vuelvan a crecer. Se consigue así limpiar parcelas de difícil acceso y abonar el suelo naturalmente (con ceniza). En fin...
erupciones volcánicas repentinas en Iparralde? no, es el arte pastoral del écobuage al salir del invierno...

Salimos a la meseta de Irati, no man's land pirenaico fronterizo, poblado sólo por caballos Pottock y ovejas Manech (las Latxas del otro lado), fantasmas de hadas y contrabandistas, complejos megalíticos olvidados y criaturas de la mitología vasca. Merece la pena mencionar las Eilalamiak, encantadoras y traviesas sirenas con pie de pato de los riachuelos de Irati, famosas por comerse a las ovejas o directamente a sus pastores, pero también por construir puentes y dólmens!

cabañita de caza a la paloma.

Hace años que nadie ve a una Eilalamiak, los cromlechs mueven menos turistas que el cercano camino de Santiago y los contrabandistas han sido reemplazados por las Bentas de la frontera, más económicas… Afortunadamente, acá y allá queda alguna cabaña de cazadores de palomas, como ésta. Irreal casa de la Baba-Yaga montada con cuatro tablas y escaleras de apaño en la copa de un roble centenario: imagen TimBurtonesca dibujada sobre el cielo… Mientras cruzamos el bosque, visitamos en silencio por las ruinas del imaginario local. Desfilaron hayas de troncos imponentes, helechos quemados por el invierno y crestas de caliza arropadas en un musgo verde profundo, espeso y húmedo.
Poco después de pasar el pequeño refugio de Azpegi, descubrimos las ruinas de la Fábrica de Armas de Orbaizeta. Unos días antes habíamos encontrado otra fábrica de Armas, un poco más al oeste: la de Eugi. La Real fábrica de Armas de Orbaizeta (1784) fue fundada unos años más tarde que la de Eugi (1766) con la idea de sustituirla en parte, a raíz del agotamiento de sus recursos forestales. Fue construida sobre antiguos talleres de ferrería medievales cedidos - junto con los montes colindantes - a la Corona (la construcción se logró con presiones y amenazas y engatusando a los habitantes de la zona con las supuestas ventajas que el progreso iba a traer; tanto fue así que a los seis años de instalarse la fábrica, empezaron las peticiones de reversión de los montes ocupados por el Estado y no se consiguieron resolver hasta un par de siglos más tarde). En aquel entonces, los numerosos frentes abiertos que tenía la Corona española en el mundo, especialmente en el Nuevo, suponían un consumo insaciable de balas de cañón…

La construcción de estas dos “Fábricas” significó la introducción de un nuevo enfoque importado de Francia: el de la modernidad ; conjuntos de diferentes dependencias destinadas a un único tipo de producción, diseñadas para ahorrar energía en todo el proceso y con los talleres separados del pueblo. La cercanía de yacimientos minerales, la abundancia de agua y de madera propiciaron su instalación en estos lugares.

Hayas centenarias de la Fábrica de Orbaizeta
De hecho, para optimizar los recursos de leña, los carboneros solían podar las impresionantes hayas de la zona a unos tres metros del suelo, obligándoles a formar muchas ramificaciones desde la base. Lograban así obtener no solo más madera que cortar cada año, sino también, ramas cuyo tamaño muy homogéneo facilitaba su almacenamiento y posterior uso en las carboneras y los hornos. A pesar de estas ventajas naturales, la localización del complejo era estratégicamente poco interesante: el transporte de las manufacturas a cualquier lugar desde allí era demasiado caro y la proximidad a la frontera lo hacía totalmente vulnerables a los intentos de asalto de los ejércitos franceses.

Estos complejos se organizaban en tres niveles: en la parte de arriba estaba el pueblo, las viviendas de los trabajadores, una iglesia, una posada, un palacio y un cuartel de vigilancia, hoy en día todos habitados por familias, sus perros y su ganado. Los talleres industriales ocupaban el nivel más bajo (hornos, limpieza y almacén de munición, etc.) y en medio había los depósitos de minerales y las carboneras. Un ingenioso sistema conectaba directamente carboneras y almacenes de con la boca de los hornos a través de unas plataformas aéreas. Las carboneras y los depósitos separados de los hornos y fuegos por el curso del río Legarzia, que atraviesa y divide todo el complejo arquitectónico, corriendo debajo de una serie de arcadas.  Bueno, en realidad hace falta bastante imaginación para divisar in situ el funcionamiento de la fábrica, la maleza se ha apoderado de este lugar!

Vista desde el nivel del pueblo

Arcadas sobre el río Legarzia

Planos de la Fábrica de Orbaizeta,
(de Aurora Rabanal Yus)
En 1794, la guerra trajo consigo a las tropas francesas y la fábrica de Eugi fue desmantelada. La de Orbaizeta sobrevivió un siglo más, no sin sufrir frecuentes asedios y saqueos, hasta convertirse en uno de los centros de producción de armamento y municiones más importantes del norte de España.

Movidos por el hambre y por el frío, emprendimos el camino de vuelta y nos detuvimos en el impresionante Cromlech de Orgambide (que muchos pasan de largo sin siquiera verlo), antes de  llegar a la pintoresca cueva de Harpea y sus cabañas de trashumancia: un pliegue anticlinal muy bien conservado para sus 40 millones de años de edad. El lugar perfecto para una pequeña foto souvenir. Subimos y bajamos otra vez estos abandonados valles, saludando nuevamente en silencio a los Pottocks, los fantasmas de contrabandistas, las piedras milenarias y las Eilalamiaks, dormidas y dormidos entre el musgo y el olvido…

Pico de Okabe a la izquierda, al fondo del valle (no se ve) está la cueva de Harpea

Friday, February 21, 2014

back au pays basque! (chapitre second)


ou Bienvenue à l'etchealdea, une aventure dont vous êtes les héros.


"ceux qui sont vieux dans le pays le plus tôt sont levés, à pousser le volet, à regarder le ciel..." St John Perse, éloges
Nouvel épisode de nos aventures en Iparralde: après un post en espagnol on revient au français. C'est d'ailleurs l'occasion de signaler qu'il y a désormais au bas de chaque page des liens vers les traductions automatiques de google. En cliquant sur le drapeau correspondant, tous les contenus sont accessibles en espagnol, français et anglais. Le résultat est ce qu'il est ; si on comprend à peu près toujours le message, il y a des tournures ou des phrases entières qui font sourire. C'est un peu comme lire la notice d'utilisation de n'importe quel dispositif ou appareil fabriqué en Chine. Heureusement, en définitive, que les traducteurs automatiques n'ont pas encore fait disparaître un corps de métier auquel nous nous efforçons, même si ce n'est que sporadiquement, d'appartenir. Et puis, de temps en temps, google translator nous régale d'une de ces petites perles de poésie surréaliste dont il a le secret. Un(t)raveling lui-même devient un (t) effilochage et je me dis en le lisant qu'une bonne fois pour toutes, il va falloir qu'on termine et publie la page sur le projet, son nom, son but. Aïe aïe aïe, le but du projet. Comme si on comptait demander un finacement de la Commission Européenne et qu'il fallait justifier tout ça... Comme dit Bill Hicks avant de conclure sur Life is just a ride: "Is there a point? There must be a point. Let's find a point..."

Bref. Tout commence de bonne heure, après un bon petit déjeuner et une révision rapide du contenu du coffre de la voiture: tubes, aiguilles, sacs plastique, porte-aiguilles, pastilles de javel, paperasse, casquette de chasseur, stylos, gants de fouille, quelques seringues et quelques médicaments, élastiques, gourde d'eau, appareil photo, un seau... On démarre avec Patrick Cohen et le chauffage, on roule en direction de la première maison et là, pour la toute première fois de la journée, on se gare dans la cour, au plus près de ce qui semble être la bergerie. Cette scène se répétera une bonne dizaine de fois au cours de la journée, d'ailleurs.


Phase 1: s'annoncer:

On coupe le moteur, on klaxonne deux petits coups secs en espérant que ça transmette un je-ne-sais-quoi de jovial et primesautier ; surtout pas la sensation qu'on est pressés. On descend de la Yaris et on attend là, plantés en plein milieu de la cour avec les deux ou trois chiens qui aboient à tue-tête et nous reniflent les bottes, les jambes ou directement le, enfin bon, pas la peine de faire un dessin...
pendant ce temps, la Manech broute.
Dans le scénario le plus classique, il ne se passe absolument rien! La voiture a fait son entrée, les chiens ont fait un raffut de tous les diables (d'ailleurs ils continuent. Et si en plus ils sont attachés, leur chaîne fouette le sol, les murs, le godet du tracteur ou le réservoir de fuel éventré qui leur sert de niche ; elle fait donc un raffut de tous les diables, elle aussi). Il est genre 8h20 du matin et à deux kilomètres à la ronde, tout le monde sait qu'on est là. Curieusement, ici, pas un mouvement. Et cette sensation de western spaghetti ou de série B que l'on est observé depuis les fenêtres, que des ombres glissent derrière les rideaux en crochet de la cuisine ou du premier étage... On tourne en rond, on reklaxonne, on cogne le marteau de porte, on sonne à la sonnette, les chiens en remettent une couche et personne n'apparaît. En général, la cheminée fume et il y a trois ou quatre voitures garées alentour: un C15, une petite berline française (clio, 306, C3 ou équivalente), un 4x4 et souvent une collection de vieilles R5, 205 et Visa défoncées, bouffées par la rouille ou directement recouvertes par le tronc d'un arbre abattu lors de la tempête de 2004... Donc, trois ou quatre voitures devant la maison, tout le vacarme possible et imaginable pour signaler notre arrivée, du feu dans la maison et souvent un bruit de télé ou de radio qui filtre par la fenêtre de la cuisine. Pourtant, personne n'apparaît. De l'autre côté de la clôture, les brebis, elles, s'en foutent comme de leur première éponge. A ce stade, il y a plusieurs options parmi lesquelles on choisira:

  1° de prendre le portable pour appeler directement la ligne fixe de la maison.
  2° de sortir un appareil pour faire une photo du chat qui dort sur un pneu sous la fenêtre du garage.
  3° de faire mine d'ouvrir la porte de l'étable ou de la bergerie.


1° après quelques sonneries que j'ai parfaitement entendues depuis dehors, une voix frêle et méfiante me répond. Je vais très vite à l'essentiel: "Oui, Mme Etcheparegoyensallaveriamendibordagoreluku? Bonjour, le vétérinaire là, oui, ça va? Oui, booooon. Je suis devant la maison là, oui, pour les prises de sang. Oui, vous allez avertir le patron? Oui, c'est ça, bien bien bien. Oui, le vétérinaire, oui, pour les prises de sang. C'est ça, oui, j'attends, trèèèèès bien. Voilà voilà, oui, merci". S'il ne s'est rien passé au bout de dix minutes, revenir à l'étape précédente et essayer une autre option.

rare photo d'un chat-de-berger au travail
2° au moment précis où le chat est cadré, qui cligne des yeux sur son pneu, les poussières de paille dansant dans un rayon de lumière matinal autour de lui, la fenêtre de la cuisine s'ouvre et une mégère acariâtre aboie "On peut savoir qu'est ce que c'est dont vous faites la photo de quoi ici, hein alors non mais des fois?". Il faut rattraper la situation au plus vite: parler trop fort, avoir l'air jovial et de préférence un peu con (on n'a pas toujours le choix, mais comme dit la sagesse populaire, "on ne choisis pas la tête qu'on a, on est responsable de la gueule qu'on fait"), sourire niaisement et jouer au vétérinaire sensible au grand cœur qui aime vraiment les animaux et qui, à ses heures perdues, prend les photos pour le calendrier du facteur. Si on est convaincant, elle acceptera peut-être d'avertir le patron, non sans nous avoir traité "d'artiste", insulte suprême dans ces contrées. Dans le cas contraire, revenir à l'étape précédente et essayer une autre option.

3° à l'instant où je pousse la porte de l'étable ou de la bergerie, une ombre apparaît dans mon angle mort et un éleveur me regarde avec méfiance. Il faut rattraper la situation au plus vite: faire volte-face, sourire en tendant la main et saluer en parlant un peu trop fort: "Ah ah! Egun on egun on! Bon, bon, ça va?"



Phase 2: briser la glace:
La question "Bon, bon ça va?" nous a permis de gagner du temps et d'établir un contact verbal, c'est bien mais ce n'est pas gagné pour autant. L'éleveur aura en principe accepté la main tendue, qu'il aura serrée soit avec une force hors du commun et la claire intention de nous briser quelques-uns des petits os inutiles et délicats enfouis entre le poignet et les doigts, après tout il est basque et a une réputation à défendre, soit avec une mollesse tiède, voire moite, qui dénote son aversion pour les vétérinaires et les étrangers en général, pour la visite de prophylaxie sanitaire en particulier. Plus rarement, prétextant qu'il a " plein de cambouis" ou carrément "de la merde" sur la main, il tendra le poignet, qu'il faudra alors étreindre d'une main décidée avant de le secouer comme si l'on voulait, justement, le débarrasser de l'hypothétique cambouis ou de l'hypothétique merde. Pendant ce temps, il faut être très attentif à sa réponse à la question posée: elle conditionnera le reste de l'échange. Comme aux échecs, voici les ouvertures les plus classiques:

- Egun on! Bon, ça va?

- On fait aller... Démarrage en douceur, ni trop ni trop peu, c'est soft.
- Comme le temps. Ambigu et élégant, tout en finesse. Interprétation à la discrétion de l'interlocuteur. Attention quand même à ne pas sur-interpréter.
- Humidement (ou Froidement. Là aussi, éviter de surenchérir, s'apitoyer, ou se plaindre!)
- Mieux que le temps! Attention terrain glissant! Semble positif mais peut facilement déraper en une longue litanie sur ce maudit hiver trop sec, trop humide, trop froid et trop doux à la fois.
- Oh, comme un petit vieux Ne pas s'apitoyer, ne pas dramatiser. Rester sobre.
- Et là? Bouclier magique! Retour à l'envoyeur. Tiens, tu voulais savoir, maintenant danse!
- Pas aussi bien que vous, Docteur. Pan! C'est foudroyant et pratiquement imparable. La lutte de classes s'est invitée en plein milieu de la conversation, on n'a pas eu le temps de dire ouf...
- Vous êtes du coin? *Celle-là aussi, elle est puissante: ne répond pas à la question, en pose une autre à la place et prend l'initiative direct. Accroche-toi, étranger, va y avoir du roulis!

Personnellement, je pioche ma réponse suivant l'humeur du moment, entre "On fait aller" (neutre et expéditif), "Bien, avec ce beau temps!" (qui marche bien accompagné d'un sourire bête quand il pleut à torrent) et "Bah, ça a déjà été plus mal" (avec un petit sourire en coin, ça les laisse perplexes en général).


* Cas particulier du "Vous êtes du coin?" ou "Vous êtes du pays?": que ce soit bien clair, faire de l'esprit ne vous sauvera pas. "Il s'arrête où le coin?", "Il va jusqu'où le pays?" et autres réponses du genre ne permettent que de gagner du temps. Tôt ou tard, il faudra avouer de toutes façons. Ne pas dire Non trop facilement, mais ne pas nier l'évidence non plus. Comme souvent, le consensus mou est un juste choix. On évitera absolument les explications fumeuses du genre: la femme de mon arrière-grand-père avait connu une fois un boucher d'Hasparren, quand elle revenait de la foire aux bestiaux à Saint-Palais et ils avaient gardé contact quand son premier mari était mort à Verdun, alors on ne pas tout à fait exclure que mon propre grand-père maternel soit justement moitié basque, ce qui revient à dire que d'une certaine façon je suis un peu d'ici..."



zen ou l'art de rentrer quelques brebis dans une borde pour leur prélever quelques gouttes de sang...

Phase 3: tisser des liens:
Bon, l'échange a démarré, on est entrés dans la bergerie et dans le vif du sujet. L'éleveur va maintenant demander si on "vient de commencer" et ce, qu'il soit 9 heures du matin ou 4 heures de l'après-midi. Puis il tâtera le terrain pour savoir comment on pense faire le travail: "On fait ça où?", voire "On fait ça comment?". J'ai sûrement l'esprit mal placé mais j'ai toujours la tentation de répondre l'air goguenard "Oh, je suis prêt, faisons ça là-même, contre cette balle de foin". Passons. De toutes façons, cette question est rhétorique, comme nous le verrons plus bas. "Comme vous voulez" est sans contexte la seule réponse acceptable. Question incontournable suivante: "Il vous en faut combien?" (sous-entendu, des brebis). Depuis 6 ans que je fais ce travail, il nous en faut TOUJOURS cinquante! Pas trente-sept ni soixante-quatre, ni même  vingt-six pour cent du cheptel, non. Cinquante. Passons sans plus tarder à la question incontournable suivante: "Vous êtes stagiaire ou vétérinaire?". Astapitoi! J'ai donc l'air d'avoir 22 ans. C'est flatteur ou bien? Seule exception à la règle, qui en dit long sur la mentalité des éleveurs du coin (et sur leur intégration de la très à la mode théorie du genre), lorsque je suis accompagné de Wallis: Futuna, jusqu'alors stagiaire à la barbe pourtant grisonnante, devient instantanément "Monsieur le vétérinaire", tandis que Wallis est automatiquement MA stagiaire, MA secrétaire ou mon ÉTUDIANTE. Personne n'aurait l'idée saugrenue de penser que nous sommes deux vétérinaires, encore moins qu'elle est vétérinaire et moi SON stagiaire, SON secrétaire ou SON étudiant! Il ne faut pas s'énerver, c'est comme ça. Les commentaires typiques sont dans ce cas: "Vous êtes bien accompagné!" "Vous avez amené du renfort? eh bin, vous avez pas pris n'importe quoi!"... Bon, à ce stade, on décide lequel des deux va faire les prises de sang. Si c'est Futuna, on les conforte dans leur idée du vétérinaire qui est venu avec sa secrétaire. Si c'est Wallis, on les conforte dans leur idée du vétérinaire qui laisse travailler sa stagiaire. On n'en sort pas. On ne les changera pas, non plus. À moins peut-être de commencer dès l'école maternelle: je pense par exemple à d'énormes sexes en peluche aux couleurs vives que l'on montrerait aux enfants pour leur apprendre à se masturber en lisant des livres où Papa porte une robe... Mais, non, ça ne marcherait probablement pas non plus. Rendons ces fantasmes troubles à qui de droit(e) et revenons à nos brebis!


Phase 4: en découdre:
Les éleveurs ont généralement une idée très arrêtée de la bonne façon de faire. C'est ce qui rend si piégeux le "On fait ça comment?" Parce que de toutes façons, ils savent déjà comment on fera ça et la question ne sert qu'à vérifier si le vétérinaire a la bonne réponse: la leur. L'objectif est de réaliser 50 prises de sang à la jugulaire (à l'encolure, donc) sur 50 brebis en un minimum de temps. En moyenne, il faut avoir bouclé toute l'opération (entre sortir de la voiture et remonter dans la voiture) en 30 minutes chrono et ce n'est pas gagné d'avance, comme nous le verrons plus bas. Pour cette étape, il y a grosso modo 3 façons de faire, chacune avec ses variations:

 - à la salle de traite: on les fait entrer et on les attache en salle de traite, grâce à l'aliment qu'elles y reçoivent. Ici, on peut soit les détacher une par une, le vétérinaire étant dans la fosse ce qui lui permet de faire la prise de sang sans se péter le dos (c'est la classe), soit les faire par devant les mangeoires et là c'est l'enfer: accroupi, cassé en deux, coincé contre le mur dans une rigole jamais balayée, avec la brebis super basse qui veut manger, qui tire en arrière et avec l'attache de traite qui lui comprime le cou et la jugulaire donc ça pisse le sang quand on retire l'aiguille et c'est l'horreur. En résumé, la salle de traite c'est tout ou rien. Et toutes les 24 brebis (12 de chaque côté), il faut re-remplir la salle donc on perd du temps... c'est à double tranchant, en définitive.

 - à l'attache: on leur met à manger dans de longues mangeoires avec des niches pour le cou et un système de blocage, donc elles se bloquent pour manger et ne peuvent plus s'échapper. Ici, soit l'éleveur les détache une par une et les tient, on s'accroupit et on fait la prise de sang, la vitesse d'exécution dépendant principalement de la bonne volonté et de l'enthousiasme de l'éleveur (ça veut tout dire), soit elles restent attachées et il faut se pencher par-dessus le tapis de nourrissage pendant que quelqu'un leur tire le cou. Là, c'est toujours inconfortable et pète-dos, mais le résultat dépend du bon vouloir de l'éleveur et on peut y passer des heures... c'est à double tranchant en définitive.

un exemple de parc de contention à brebis improvisé... mais avec vue!
 - à la choane: les brebis sont en liberté dans un espace de volume variable (bergerie, cabane, borde, hangar, parc, enclos, pré, jardin du cimetière, terrain de rugby attenant à la ferme etc.). Il s'agira de "les serrer" dans un espace plus petit, pour pouvoir les attraper une par une sans trop batailler.
Pour ce faire, l'éleveur dispose de plein d'outils et armes qu'il utilisera selon son expérience: chiens de berger, portiques, barrières mobiles, palets, mangeoires, bâtons et ficelles en tous genres, portes en tôle, portails en fer rouillé, sommiers de lits de camps, bassine, 10 mètres de corde, sifflet, tracteur etc. Typiquement, les brebis ne SONT PAS des gaz parfaits. Elles n'occupent JAMAIS uniformément l'espace dont elles disposent... On les serre un peu, elles se serrent beaucoup. On les serre à confluence, elles se montent dessus, s'étouffent, s'entre-tuent et finissent immanqua- blement par renverser la clôture, péter la barrière, arracher la ficelle qui tient le portail et s'échapper. Il faut donc recommencer. On "les (re)serre", donc. On fait des nœuds avec des bouts de ficelle et le tout, non seulement parait très confus, mais encore a l'air de tenir... Deux options s'offrent alors à l'éleveur: il peut les libérer une par une, ce qui suppose d'avoir une ouverture ou un élément mobile faisant office de porte. Tôt ou tard, elles s'échapperont donc par là. Il peut aussi ne pas les laisser échapper et il faudra donc "les marquer" à l'aide d'un "marqueur de peinture". La question invariable de l'éleveur dans ce cas est "Vous avez un marqueur de peinture avec vous?". Si l'on répond non (nous, on répond non), ils soupirent et ils en sortent un de leur poche. Les bordéliques n'ont jamais de marqueur de peinture sous la main, ou il est fini, ou ils en ont un qui - ironie du sort - ne marque pas. Ils utilisent donc un spray antiseptique bien connu qui laisse une marque bien visible... Passons. Si les brebis sont déjà serrées quand on arrive et la stratégie bien définie, ça peut aller très vite. Si le palet est plus court que la travée et que les bouts de ficelle pètent plusieurs fois, ça peut durer des heures... c'est à double tranchant en définitive.

Et puis soudain, on est en situation: l'éleveur nous présente des brebis et "on les pique". Une des situations qui reviennent régulièrement, c'est celle de l'éleveur qui attrape une brebis, la regarde, la relâche et s'en explique "Non, c'est que celle-là est vieille, elle m'a fait une infection le mois dernier, je lui ai donné la piqûre et je ne veux pas que ça fausse les résultats de l'analyse". Fausser les résultats de l'analyse? Que voulez-vous dire? Vous ne voulez pas qu'un animal malade risque de fausser les bons résultats d'analyse de votre troupeau où toutes les bêtes sont en bonne santé? Bon, de toutes façons la brebis est déjà partie en boitant se mélanger au reste du troupeau... Piquer seulement les animaux que l'on veut bien vous présenter, c'est le cœur du métier et il faut le faire avec amour. Si la taille, la race, l'état d'hydratation et d'engraissement et la couverture laineuse de la brebis sont importantes pour réussir la prise de sang (du premier coup et en 4" s'entend), c'est sa position et donc la qualité de la contention réalisée par l'éleveur qui est primordiale. 
"y'a qu'à prendre la barrière pour les serrer!"
S'il tire le cou, le tord, le plie, s'il soulève la brebis, la chope par les cornes, l'écrase, s'il agrippe la laine ou met sa grosse main juste sur le cou "pour nous aider", la veine jugulaire s'enfonce entre les muscles et c'est difficile. S'il bouge, transpire, crie ou tord la brebis pour observer et opiner, c'est difficile. S'il n'a pas envie et la laisse se coucher, s'affaler ou se débattre, c'est difficile. Si aucun de ces cas de figure ne se présente, c'est un jeu d'enfant et on peut même blaguer en travaillant... Maintenant, si un seul de ces facteurs intervient (et je ne parle même pas du cas pourtant fréquent de la vieille brebis maigre et déshydratée, mal tenue, avachie, le cou tordu sur le côté et tiré vers le haut, dont la laine de l'encolure forme des paquets genre dreadlocks pleins de fougère et de genêts, dans le fond d'une borde obscure), ça se complique un tantinet. Et là, vous aurez droit à LA blague préférée de TOUS les éleveurs, qui ne reconnaîtront JAMAIS que certains facteurs autres que la compétence du vétérinaire peuvent entrer en jeu, et surtout pas ceux incluant leur gestion de l'élevage, de l'alimentation, du bien-être animal, des facteurs d'ambiance, de la contention etc etc. LA blague préférée de TOUS les éleveurs c'est la suivante: sourire ravi ou carrément hilare, il vous dit:

"Alors? Elle a pas de sang?" (rires)

Et il se met à rire, tout seul ou accompagné de TOUTES les personnes présentes. Parce que bien sûr, hein, c'est pas possible parce que si elle avait pas sang elle serait morte, hein! Ah ah ah ah ah! Cling! L'assemblée est hilare. Le problème, c'est que si à chaque fois qu'on bataille pour sentir une jugulaire qui file sous la peau et sous la laine d'une brebis mal tenue et mal entretenue, accroupi ou à genoux plié en deux tordu contre un ratelier graisseux, on doit entendre à chaque fois LA blague du "alors? elle a pas de sang?" qui veut au fond démontrer par l'absurde que le vétérinaire n'y arrive pas, puisque évidemment qu'elle a du sang parce que sinon, hein, elle serait morte, et bien croyez-le ou pas, ça finit par taper sur les nerfs. Inutile d'essayer d'invoquer un des motifs cités précédemment, ça ne ferait que renforcer l'idée qu'au fond, elle a pas de sang"... Reste à en rire, à respirer profondément, et continuer, one sheep at a time, jusqu'à la cinquantième, pour pouvoir enfin se remettre debout et passer à la phase suivante:

Phase 5: conclure et s'échapper:
Le plus dur est fait. Reste à remplir les papiers et faire signer les papiers, non sans avoir posé les questions d'usage qui permettent de remplir les papiers (et dont les réponses sont dures à obtenir puisqu'il s'agit de donner gratuitement des informations confidentielles du type: combien de béliers adultes sont présents sur l'exploitation, combien de jeunes mâles seront gardés sur l'exploitation cette année). Il faut aussi vérifier s'il y a d'autres choses à faire (prélèvement de lait, prise de sang de typage sur les jeunes mâles, prise de sang sur les béliers adultes...), le faire le cas échéant ce qui suppose une nouvelle perte de temps et le déploiement de nouveaux trésors de diplomatie et de conviction. Il faut aussi essayer à tout prix de ne rien faire d'autre: ne pas accepter de fouiller des vaches peut-être pleines mais peut-être vides, ne pas accepter de regarder cette agnelle qui a une boule de la taille d'un ballon sous la mâchoire depuis hier, ne pas accepter de tirer un veau qui est mort et la vache commence à faire de la fièvre, ne pas accepter de prendre l'apéro, ou alors juste un café, vite fait. Quand tout ça est fait, il faut quand même batailler pour pouvoir se laver les mains et les bottes avant de remonter en voiture (histoire de ne pas devenir le principal vecteur de maladies entre exploitations). Bien dire au revoir et à la prochaine, oui, c'est ça, merci, oui, adio! et filer à la maison suivante, autrement dit, recommencer au tout début du post, à la phase 1.

Tout ça en 30 minutes maximum, avec le sourire et sans s'énerver quand les ficelles pètent, les barrières tombent, les portails s'ouvrent, les brebis s'échappent ou, simplement, n'ont pas de sang! Allez, un petit jeu pour finir:

Un éleveur et sa vache se cachent dans cette image, sauras-tu les retrouver?

Tuesday, February 11, 2014

crónicas del otro lado (episodio 1)

Rumbo a Burgos, andábamos ilusionados (qué mal vicio…) con la idea de escalar en algún lugar a medio camino; habíamos localizado un pequeño pueblo en tierras Navarras y decidimos que pasaríamos una noche por ahí, antes de entrar en Castilla. Llegando a Uharte-Arakil, reconocimos enseguida la imponente pared de caliza, placa tumbada oscura y orientada al sur. Ese día el problema no fue el frío, ni la lluvia ni siquiera la niebla sino el viento, soplaban ráfagas de más de 70 km/h! Imposible subir, impensable bajar. Digamos que de alguna forma todos los días perfectos de escalada feliz se parecen, mientras que cada uno de los días en que no pudimos, fue feo a su manera. Para que no fuera dicho que no le poníamos buena voluntad, hicimos siesta en el coche a pie de pared por si dejaba de soplar, y nos tomamos un par de cafés con leche en el bar del pueblo, para dejarle otra oportunidad de ponerse bien. Cuando quedó claro que ya no se escalaría, liberados de un peso, por fin pudimos irnos...

A la salida del pueblo recogimos a un autoestopista y atravesamos charlando los hayedos que separan Navarra de Guipúzcoa, pasando de largo un número incontable de pueblitos rodeados de rebaños de ovejas Latxas. Uno se sentía como en un mundo paralelo a Iparralde: había ovejas pero no se llamaban igual, las gentes hablaban un idioma incomprensible que no era exactamente el mismo, incluso había otro monte en forma de cresta de dragón que era casi idéntico!
Txindoki (Guipúzcoa), Behorleguy (Iparralde) y … Txindorleguy? Behindoki? (ver solución aquí)
A media mañana llegábamos a Beasain, destino de nuestro autoestopista, una pequeña ciudad industrial donde abundan las viviendas en bloques de pisos, a la moda de los sesenta (de estos que luego durante los ochenta y noventa se pusieron como ejemplo de lo que el urbanismo nunca más debía repetir). La economía de la zona gira alrededor de la industria de maquinaria metálica, en Beasain se fabrican vagones de metro de ciudades de todo el mundo desde Santiago de Chile hasta Calcuta, pasando por Barcelona. Abandonamos al autoestopista (un auténtico dharma bum que parecía conocerse el pirineo como otros la cordillera de California) en una rotonda e íbamos a dar la vuelta para volver a uno de los incontables pueblitos rodeados de rebaños de ovejas Latxas, cuando la silueta alpina del Txindoki nos llamó la atención. Navegamos a vista, procurando salir de Beasain, sorteando naves industriales hasta alcanzarlo. Sin darnos cuenta, nos pasamos el día paseando por los valles.

En Zaldibia descubrimos una fábrica abandonada y prácticamente en ruinas (obviamente, estaba prohibido el acceso. de no ser así, no hubiésemos ni contemplado la idea de…)

Zaldibia, fábrica siniestrada de Bilore.
Llegamos a la conclusión de que muchos vascos de este lado de la frontera tienen la costumbre de salir a andar. Se notaba por el tesón con el que pisaban, por el uniforme (chaqueta atada a la cintura, polar del Decatlong, mochilita de raid) y sobretodo, porque todos tenían esa mirada concentrada en el horizonte, la del deportista en acción. Sólo les faltaba dorsal.

Al atardecer empezamos a preguntar a la gente por el pueblo de A., donde íbamos a terminar el día. Las gentes nos miraban un poco con cara de - qué se les debe haber perdido a estos dos por ahí…

–Ah! A.! Pero vais a A., si? 
–Sí, sí..
—Hacia A. o a A. mismo? 
—A A. vamos a ver a alguien allí, 
— (...)
Entonces?
Sí, claro, pues mira, coges esta carretera con dirección […] y en   lo más alto del monte, la última aldea de todas, hay las cuatro casas de A., ya lo veréis. 

Efectivamente era el último pueblo de todos, cuando has llegado arriba de todo y estás a punto de caer por el otro lado del monte. X. y N. habían aceptado acogernos en su casa  gracias a la red de Couchsurfing. Viajar-durmiendo-de-sofá-en-sofá es siempre una experiencia interesante, que tiene su dosis de aventura. Aún así, no sucede tan a menudo que uno se sienta tan a gusto en casas ajenas como para dudar de si quizás éste era en realidad un viejo amigo al que no veía desde hacía tiempo. Charlamos con X. y N. durante horas al calor de la estufa de leña, acerca de mil cosas. Nos contaron que la casa estuvo abandonada durante mucho tiempo y la naturaleza se había apoderado de ella. Prueba de ello fue la visita en plena noche de un rapaz nocturno, lo que parecía un Cárabo. Las aves habían ocupado las golfas tantos años que seguían viniendo a menudo a pasar la noche a la que consideraban su casa. La casa era muy agradable y acogedora, y después de una cena compartida, dormimos súper, pero súper bien. Sólo pudimos apreciar plenamente lo afortunados que son los que viven allá - humanos y estrigiformes - a la mañana siguiente al abrir la ventana de nuestra habitación:
El huerto y las vistas desde A.
Carretera y bocadillo, cruzamos una llanura interminable hasta la Meseta. Burgos congelado (de una vez por todas había que asumir que era invierno!!) y Willy que nos esperaba con un cordero lechal en el horno y una botella de tinto excepcional. Éste sólo fue el primero de los deliciosos manjares que nos ofreció, comida tras comida, durante nuestra estancia. ¡Bienvenidos a Burgos: tierra de historia! En Castilla, la tertulia siempre alrededor de una buena mesa. Nos encantaría mostrar muchas fotos de la Real Burgos, pero entre las horas entre cocina y comedor, el bareo, las charlas-para-cambiar-el-mundo y una inagotable colección de cómics vintage, resulta que la cámara no salió de su funda. Y nosotros apenas de las nuestras, a pesar de que todos allí nos repetían "el frío de Burgos es un frío seco: te abrigas y te olvidas". Un coj… !

Friday, February 7, 2014

Garduña que deja caer su huevo en el río

Ese primer martes de febrero anduvimos por el pueblecito de A. Salimos de buena mañana camino de nuestra primera parada: la casa del délégué. El délégué es un ganadero que se encarga de avisar de nuestra visita al resto de ganaderos de su municipio y de organizar el programa de trabajo del veterinario (nosotros): hoy tantas casas acá, tantas allá. A veces también nos acompaña para echar una mano. Pero lo que más le gusta es ponerse al día de las novedades en cada casa del vecindario:
Presentando el délégué.

— Ah! veo que has cambiado el tractor?!
— Pfff, eso dicen.
— Y… qué, cómo va?
— Boff, ninguno aguanta como los de antes.
— Y sino, cual es este concentrado que usas?
— Campeón completo. Tú?
— Engorde Royal. Y qué, va bien el tuyo?
— Ouh, sale caro...


Es bien curiosa esta habilidad que tienen para no contestar las preguntas:

— Bonjour, comment ça va? (buenos días, cómo va todo?)
— Et là? (y por allí qué tal?)

Esto de responder con otra pregunta…¿no será que los bascos de Iparralde son un poco los gallegos de la France? Y hay que ver como se hacen los misteriosos cuando les preguntas acerca de su ganado!

— Bueno, y entonces, tiene vd. carneros?
— Pues... sip.
— Ah, bien. Sabe cuántos?
— Pues... sip.
— Ah, bien. Le importaría decírmelo?
— Bueno... Igualmente no están aquí.
— Ya, ya. Pero cuántos tiene?
— Pues... es difícil... Vamos a ver... para qué lo quiere saber?

En fin, que llegamos a las nueve menos cuarto a casa del délégué para que nos indicara el orden de granjas del día y por lo visto él se acababa de ir (?!#!!). Por suerte, el padre del chico le llamó para que volviera y mientras esperábamos nos dio un poco de conversación:

— Toou! alors, hier c'était le vent du sud, ce n'était pas le vent d'ouest heureusement! Il n'y a pas eu de dégâts, parce que si c'était le vent d'ouest …Ya, ya, ya, yaaa! Aaah, ba, ba. Une fois, en plein hiver, ça soufflait (!!) ça soufflait, c'était fou: Et en altitude, qu'est ce que ça poussait! Pouta! Tah! Heureusement que hier ce n'était pas le vent d'ouest...

El délégué, que se había resignado a pagar el precio de acompañar al veterinario en una larga jornada para poder cotillear con todos los vecinos, se encontró a dos por el precio de uno (nosotros) y decidió sacarle partido al asunto. Además nos vio motivados para avanzar y no parar a tomar el café en cada granja, lo que le gustó (eso por ser un délégué joven: a los viejetes, les encanta parar en la cocina de cada ganadero a cotillear, ya no tanto con el ganadero mismo sino con la madre, o la suegra, que por lo visto, son las que saben las cosas... De hecho, nos pasó algún otro día que, al terminar con la última casa del día, el délégué nos dijo que allí sí que entraríamos a tomar la merienda. Mientras todos terminábamos ya nuestro café re-re-recalentado, él esperaba religiosamente su chocolate a la taza preparado por la abuela de la casa! Y encima nos comentó después que NUNCA se perdía el chocolate de la abuela...) En fin, que avanzamos bastante, siendo dos veterinarios y él, más la gente que había en cada granja, y metiéndole caña al asunto. Hicimos más de la mitad del trabajo por la mañana y le ofrecimos acabar solos a la tarde, liberándole de su deber.

Por la tarde, de vuelta a la clínica, ventanas abiertas y France Inter cantando música clásica, Carrefour de Lodéon, de Vivaldi a Williams:

(link no disponible ya, qué pena...pero os podéis imaginar una música triunfal con trompetas)

Poner la calefacción y la radio a tope con las ventanas abiertas, para ventilar el coche y desconectar, es un pequeño ritual al acabar la jornada de trabajo. Por delante del coche, mirando al oeste, hacia el océano, desaparece el sol por detrás de las crestas de Iparla. Ese mismo día, el contador de muestreo llegó a 2150 vacas, 3820 ovejas y unas 30 cabras, y los veterinarios de la clínica nos invitaron a tomarnos una semana de merecido descanso.

A la noche fuimos a cenar a casa de K, S y los polluelos J y D. Los polluelos nos esperaban ansiosos en su taller de experimentos para mostrarnos los progresos en el adiestramiento de una urraca capturada el año anterior:
— Fiutt! (Urraca, vuela) y la urraca viene a posarse en su brazo (bueno, y a buscar un grano de maíz que polluelo J esconde en su mano).

Nos cuenta que le dan tantos granos de maíz para adiestrarla que muy a menudo se los guarda en el buche y luego los esconde en algún rincón, para los días de escasez.

Las urracas (Pica Pica, de la família Corvidae) son aves muy inteligentes y curiosas. Si bien comen cereales, lombrices y lo que encuentran en los jardines, no les disgusta un banquete de carroña every now and then... De hecho, con mucha frecuencia son ellas las que encuentran en primer lugar a los animales muertos en el campo o en el monte. Pero la lana o el cuero no les permite alcanzar la carne. El escándalo que arman entonces - ¡de tanta frustración! - llama la atención y atrae al resto de aves (buitres y córvidos mayores, como la corneja) que con sus picos mucho más potentes pueden arrancar la piel del animal y dar por inaugurado el festín.


Reproducimos aquí con permiso del autor, el naturalista y dibujante Eduardo Saiz Alonso, una ilustración original de su libro "Diario de un viaje trashumante" (editorial Castilla Tradicional, 2011) que explica eso mejor que mil palabras. Escrito en formato de cuaderno de campo, está lleno de ilustraciones hermosas. Relato conmovedor de su experiencia acompañando a los pastores y sus ovejas merinas desde tierras extremeñas hasta la cordillera cantábrica por la cañada Real Leonesa Oriental (una de las rutas migratorias ancestrales de los rebaños en la Península).

Quizás por tener este papel de mensajeros alados de la muerte, mucha gente las detesta. La verdad es que con esas garras, este cuerpo anchote y musculoso y esas plumas lustrosas, dan un poco de miedo. Suelen tener muy mala leche y a veces les da por atacar a la gente (al pobre D. y a su padre K, para empezar), con especial predilección por la cabeza y los ojos… Brrr! Polluelo J nos habla a continuación de los buitres, que ya conocemos bien por encontrarnos a menudo por la paredes. A lo largo de los Pirineos se pueden ver, según la época del año: buitres comúnes (invaden el cielo de Iparralde cada vez muere una oveja), buitres leonados (reinan sobre mallos de Riglos), alimoches (colonizan el Quié de Sinsat) y entre otros.

buitre común desde el pico de Béhorléguy - (c) David OLIVIER 2014.
Pero más que con los escaladores, los buitres siempre han compartido la montaña con los pastores. Han sido desde los comienzos sus grandes aliados, devoradores naturales y baratos del ganado muerto en el monte. Juegan así un papel clave en el ecosistema, eliminando la carroño y limitando la difusión de enfermedades. Unos días atrás en la aldea de U., la mujer de un ganadero se nos quejaba de que, a raíz de la crisis de las vacas locas (que estalló en 1996), prohibieron abandonar los cadáveres de ganado en el monte. Unas empresas privadas se vieron atribuida la misión (lucrativa) de la recogida e incineración de los "desechos animales de riesgo". De riesgo para los buitres (cuyos estómagos de hierro y jugos digestivos corrosivos pueden con todo), desde luego no! De hecho, en 2014, quién se acuerda ya de la crisis de las vacas locas? Los buitres!! ...que andan más hambrientos que nunca. La misma mujer nos contaba que en alguna ocasión se les había visto sobrevolando alguna vaca y a su ternero recién nacido y sobrevalorando su estatus de carroña en porvenir.
BuitreSA, soluciones de limpieza.
Es más, aunque las autoridades y las asociaciones de protección de aves lo niegan, parece ser que cada vez que un accidente en la montaña termina con la vida de un excursionista, llegan mucho antes nuestros entrañables carroñeros que los socorristas. Y la verdad es que trabajan con extrema minuciosidad (ver foto a la derecha). Lo irónico de todo esto es que el buitre, al ser una especie protegida, se beneficia de costosos programas de protección que incluyen ayuda alimentaria con restos de animales procedentes de mataderos. Hay que ver las caravanas de voluntarios y becarios con sus másters en biodiversidad, pateándose los GR de los Pirineos con mochilas llenas de carcasas animales procedentes de mataderos… (para leer más sobre este tema, un par de links aquí - en castellano - y ici - en français)

En fin, volviendo a nuestros polluelos naturalistas: el momento más esperado de la noche fue la proyección de sus vídeos de animales silvestres grabados con una cámara trampa que esconden en el bosque. Vimos garduñas, zorros, ginetas, corzos, cuervos… ¡incluso cazadores! Todos ellos pillados in fraganti: un minuto de gloria para cada uno (ya que la cámara tiene sensor de movimiento y grabación automática). Presentamos aquí su video estrella hasta la fecha, cuyo título ya lo dice todo "Garduña que deja caer su huevo en el río":


Por si algunos no están en absoluto familiarizados con la vida salvaje, merece la pena decir que las garduñas, hasta la fecha, son animales vivíparos y que "su huevo" se refiere al cebo que los polluelos habían colocado para atraerle... y a la mejor cena que hubiera podido imaginar. No que seamos especialmente malos, ni que nos alegre la desgracia ajena, pero nos gusta muchísimo ver como se precipita por la orilla y como, en el último segundo, se ve su cola por allí, cuando salta en una desesperada operación de recuperación de su cena... Con estas imágenes dignas de National Geographic, cerramos el noticiero y volveremos pronto con más historias desde Iparralde.