Friday, November 4, 2016

un poco más lejos aún... (8 de 8)

Matsuri por aquí, matsuri por allí:
¡a cada pueblo el suyo!



En muchas zonas rurales de Japón, poco después del equinoccio, cuando gran parte del arroz ya se ha cosechado, es tradición celebrar la llegada del otoño. En estos días, cada pueblo (o casi) tiene su matsuri: un festival Shinto lleno de colores con procesiones y actuaciones callejeras, música y bailes.


Si bien cuesta descifrar el sentido y los símbolos representados - y escondidos - en estas danzas, luchas entre humanos y demonios, y demás rituales ancestrales, no dejan de evocar el cambio de las estaciones, los grandes ciclos de la vida y la muerte, la fuerza de la naturaleza y la insignificancia del ser humano - que expresa allí tanto su gratitud como sus dudas existenciales...


Como las collas catalanes y las peñas vascas de toda la vida, amplios grupos de jóvenes de las ladeas y los barrios vecinos transportan a hombros enormes carros y pesadas estatuas, reproducen batallas navales por las calles o compiten hasta el trance en virtuosos solos de tambores taiko...


En estos días, Futuna estaba recién levantado de la cama, tras su terrible episodio de neuritis vestibular. Apenas capaz de aguantarse de pie, caminando a ritmo de viejito y desesperadamente cogido del brazo de su querida Wallis para no tropezarse cada 3 metros, estaba convencido de que todos lo miraban raro: ¡miren a este gaijin borrachín! Pero le daba igual: haber vuelto al mundo de los vivos en medio de este remolino de sonidos, colores y movimientos era un regalo, una aventura sobrecogedora, un mosaíco sicodélico, una experiencia casi mística...



Fue todo un lujo poder presenciar este espectáculo único, en varios días y varios pueblos de la península de Kyotango. Lo miramos todo con la boca y los ojos gran abiertos, fascinados como niños. Y no eramos los únicos, ja ja! Por eso también, una vez más, les queremos decir: ¡muchísimas gracias Atsushi-san y Naoko-san por llevarnos e iniciarnos a la magia del matsuri!

Pei-chan, Atsushi-san y Yuzuki-chan disfrutando del espectáculo ; Yuzuki y Naoko-san  en traje de matsuri.

Poco después de dejar Kumihama con rumbo al sur y a la isla de Kyushu, tuvimos la suerte de pasar por Kyoto justo a tiempo para ver el Jidai Matsuri, el festival más importante de la ciudad. Este se celebra cada 22 de octubre, para el aniversario del establecimiento de Kyoto como capital del país. Esta procesión de más de 2 horas (es decir: si uno se queda inmovil en un punto y mira el desfile, tarda más de 2 horas en verlo pasar en su totalidad!) y unos cuantos kilómetros de recogido por el centro histórico, recapitula más de 11 siglos de la historia y del reino de Kyoto, hasta la revolución Meiji y el desplazamiento de la capital a Tokyo. Pronto volveremos con más aventuras de carretera y manta, pero mientras tanto:


¡Saludos, besos, abrazos,
luz y el bien mayor!
Wallis & Futuna



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